FELIZ CUMPLEAÑOS
Coincidiendo con la festividad de San Antón cumple años María Eugenia Aurensanz, motivo que aprovechamos para felicitar a la incansable colaboradora de esta Página, con sus comentarios de divulgación relacionados con las creencias sobre la vida y la muerte, que tanta aceptación tienen para los que gustan en nuestra tierra, cuestiones de meigas, Santa Compaña, por lo que prometemos hacer entrega, en nuestra próxima visita a Verin de unos apuntes de costumbres portuguesas en la Raya, apuntes tomados por nuestro hijo, verinense de nacimiento, quien en el Centro de Idiomas de León, asiste a un curso especial de portugués, a cargo de una ilustre profesora nativa. Feliz cumpleaños a María Eugenia, doctorada por la Universidad de Deusto, con el deseo de que siga cumpliendo muchos más en la festividad de San Antón. Un día para no olvidar por quien esta vinculada al Verin de sus mayores.
Joaquín
miércoles, 15 de enero de 2014 a las 20:01
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CUANDO LA MENTE JUEGA CON NOSOTROS
Los "y si...", cuando la mente juega con nosotros Es un hecho que la mente juega con nosotros. Y si lo hace, es porque le damos permiso para ello. Tenemos que estar atentos porque en cuanto ve un pequeño resquicio, aprovecha la ocasión para entrar de lleno y la cabeza comienza a dar vueltas sin descanso. Son los "y si...".
Son muchas las decisiones que tomamos diariamente. Algunas son simples; otras, en cambio, importantes. Queremos tomar la decisión correcta y para ello, analizamos todos las perspectivas o puntos de vista que somos capaces de ver.
Cuesta decidir, y más cuando, al cabo del tiempo, vemos que el resultado no era el adecuado, ni el esperado; o que aún siendo el correcto, llevaba consigo un aprendizaje, un sufrimiento, una demora, etc. Y de nuevo comienzan los "y si...".
El problema de los "y si..." es que analizamos a posteriori, cuando ya conocemos el resultado. Normalmente, aparecen en nuestro pensamiento, cuando no estamos a gusto con lo que estamos viviendo.
Si en la vida cotidiana los "y si..." aparecen con cierta frecuencia; cuando muere un ser querido, los "y si..." se multiplican, dejando una huella de culpabilidad, de inseguridad, un lastre pesado de dolor y sufrimiento. Además, agravado por el hecho de que no podemos volver atrás, no se puede solucionar nada.
Son muchos los "y si...": "y si le hubiera dicho que le quería en vez de callármelo", "y si le hubiera cogido la mano mientras fallecía", "y si hubiera llegado cinco minutos antes, hubiera podido despedirme", "y si no hubiéramos discutido aquella mañana" ... ¿Os suenan?, seguro que si.
Cuando tomamos decisiones, lo hacemos pensando en que son las mejores o las más correctas para nosotros y nuestro entorno. No hay culpa en ello. No tenemos el control de todo lo que sucede a nuestro alrededor. Vivimos el día a día, el presente, el ahora, el instante. Si supiéramos qué va a pasar dentro de cinco minutos, una hora o una semana, posiblemente actuaríamos de otra manera,; o tal vez, no.
No podemos cambiar las circunstancias de ciertos hechos. Castigarnos sin motivo, no es necesario. Nada hubiera cambiado si hubiéramos sonreído en vez de discutir, si hubiéramos dicho adiós o te quiero cuando les vimos por última vez. ¿Por qué? Es simple, si amamos, seguiremos haciéndolo a pesar de no estar de acuerdo con la persona querida, aunque discutamos o no nos hayamos despedido. Ellos y nosotros, sabemos lo que sentimos. El amor es entrega, compromiso, perdón, refugio, a pesar de nosotros mismos, denuestros defectos y virtudes. El amor sabe y siente lo que es real, es profundo e íntimo, es seguro. Si no es así, es que no es amor.
Lo que está en nuestras manos, es vivir el ahora. Y al hacerlo, ser conscientes de que estamos creando momentos especiales. Si necesitamos o queremos decir, "lo siento, te quiero, te echo de menos, estoy enfadada pero te quiero", vamos a permitirnos hacerlo las veces que lo sintamos o deseemos, hagámoslo sin miedo, con alegría, desde el corazón.
Viviendo el momento, los "y si..." irán desapareciendo, y con ellos el sentimiento de culpa y el sufrimiento. Las heridas irán cicatrizándose más rápidamente. Nos permitirá perdonarnos con mayor facilidad; y reconocer, que aunque queremos conseguir que todo en nuestra vida funcione de maravilla, no somos perfectos. Cometemos errores todos los días; pero, sobre todo, acertamos.
Avanzar, evolucionar, significa ser conscientes de quiénes somos, con nuestros defectos y virtudes. Trabajaremos en ir puliendo lo que no nos gusta y potenciando lo que nos llena de alegría; hasta que logremos el equilibrio y la armonía suficientes para poder llevar con el menor sufrimiento posible, las circunstancias que nos depare la vida.
Adiós a los "y si..." y hola "a me gusta como soy, me quiero y apuesto por mi".
Mª Eugenia AURENSANZ
miércoles, 15 de enero de 2014 a las 13:04
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LA IGUALDAD DE LA INFANTA
Se habla estos días, -y se comentará aún más- sobre la "igualdad de todos ante la Ley" -art.14 de la Constitución- en relación con S.A.R. la Infanta Dª Cristina, hija del S.M. el Rey. Y se hará respecto de su entrada y salida de un edificio del Estado, cual es la sede del Juzgado de Instrucción num.3 de Palma de Mallorca. No puede olvidarse que el precepto constitucional se refiere a la igualdad ANTE LA LEY. Luego, esa igualdad no podrá contemplarse cuando LA PROPIA LEY establece distinciones. La igualdad ha de aplicarse siempre que las circunstancias personales sean iguales, no cuando son diferentes. El Código Penal, en sus arts.485 a 491 contempla los delitos "contra la Corona". Tienen una especial protección penal, no solo el Rey, sino su consorte "ASCENDIENTES Y DESCENDIENTES". Esa protección, lógicamente, es superior a la de cualquier otro ciudadano. También el art.412.1 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal habla de la "EXENCIÓN" DE COMPARECER ANTE EL JUEZ, AUNQUE NO DE DECLARAR, PUDIENDO HACERLO POR ESCRITO, de las demás personas integrantes de la Familia Real. La Infanta de España, Dª Cristina es hija del Rey y miembro de la Familia Real, y de la familia del Rey, conceptos distintos. Si renuncia a su privilegio de "no comparecer" ante el Juez y de declarar por escrito; si va a un edificio del Estado donde se administra Justicia EN NOMBRE DEL REY, es lógico y obligado que su protección policial sea superior a la de cualquier otro ciudadano, y, consiguientemente, que su "entrada" y "salida" del edificio sea distinta, de algún modo, a la de otra persona en la que no concurran sus circunstancias especiales.
Manuel Dominguez Viguera
miércoles, 15 de enero de 2014 a las 12:07
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