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MOITA GRACIAS

MOITA GRACIAS

Con estas breves palabras finalizaba el mensaje del Rey Felipe VI, quien en otro momento aludiendo a Galicia citó a Castelao.
Hacemos nuestras esas palabras del Monarca en este Corpus para nosotros lleno de dolor por haber perdido a nuestro ser más querido.
Como el Rey decimos MOITAS GRACIAS.

domingo, 22 de junio de 2014 a las 12:10

 

El nuevo Rey

El nuevo Rey

Se ha dicho que la Monarquía está hecha de símbolos. O, lo que es lo mismo, que en la Monarquía los símbolos significan mucho. Coincido con Antonio Burgos, porque, esta misma mañana, antes de leerlo, expresaba esa misma opinión. Todo iba magníficamente bien en la ceremonia de la proclamación del nuevo Rey, Felipe VI. Pero, por si algo faltaba, el nuevo Monarca se ganó al pueblo de Madrid con su gesto -guardado en riguroso secreto porque estaba en vigor una alarma de primer grado por terrorismo anarquista- de indicar su deseo de hacer el recorrido por las calles mas céntricas de Madrid en el mismo coche descubierto en que lo había hecho su padre en el año 1.975: pero, además, hacerlo de pie, para que pudiera ser visto perfectamente por el pueblo soberano, agolpado en las calles, que, en su representación parlamentaria, momentos antes lo había proclamado Rey de España. Fué un símbolo de valentía personal, de "casta" como dice Antonio Burgos, la heredada de su abuelo D. Juan III y de su Padre D. Juan Carlos I cuando abortó el golpe de estado en 1.981. Algo más que un simple "detalle", en mi criterio coincidente con el gran escritor andaluz. La negra sombra de Mateo Morral no pudo nada ante la gallardía real.

Manuel Domínguez Viguera

viernes, 20 de junio de 2014 a las 19:23

 

OPINION DE ANSON

OPINION DE ANSON

AL AIRE LIBRE
LA SOBERANÍA NACIONAL RESPALDA A FELIPE VI

La ley orgánica que recogía la abdicación de Juan Carlos I y la sucesión en su hijo Felipe fue aprobada por el 86% del Congreso de los Diputados y por el 89% del Senado. Tras jurar la Constitución, Felipe VI pronunció un discurso que fue aclamado por las dos Cámaras, diputados y senadores en pie, salvo contadísimas excepciones. España es una democracia pluralista plena. El pueblo está representado en el Congreso de los Diputados a través de elecciones libres. La legitimidad de toda la operación de sucesión a la que hemos asistido ha sido impecable.

En mi opinión, fue un error no autorizar las manifestaciones hostiles, fuera, por supuesto, del recorrido de los Reyes por las calles de Madrid. La Monarquía es de todos, también de los comunistas y los republicanos, que tienen derecho a hacer las manifestaciones que consideren oportunas dentro de la ley. Santiago Carrillo y Marcelino Camacho se sintieron a gusto en la Monarquía encarnada por Juan Carlos I y las cosas no tienen por qué cambiar se coincida o se discrepe con las posiciones de Oriol Junqueras o Cayo Lara.

El calor popular, lejos de los viejos fervores amañados por la dictadura, acompañó a los Reyes en su recorrido por Madrid, donde muchos millares de españoles les aplaudieron y vitorearon, rubricando así una sucesión en la Jefatura del Estado que fue ejemplar y que dejó a las claras la normalidad constitucional de la que España disfruta. Analizando con sosiego aciertos y errores, las dos jornadas -la de abdicación en el Palacio Real ante 160 invitados y la del juramento en las Cortes- el balance resulta abrumadoramente positivo. Y se puede afirmar todo esto como una cuestión de hecho.

Luis María ANSON
de la Real Academia Española

viernes, 20 de junio de 2014 a las 18:32

 

OPINION DE ANSON

OPINION DE ANSON

AL AIRE LIBRE
PRIMERA ENTREVISTA POLÍTICA A DON FELIP

Quién podía hacerlo me pidió que le hiciera una entrevista política de altura al Príncipe de Asturias, cadete entonces en la Academia de Zaragoza. Algunas publicaciones del corazón comenzaban a frivolizar sobre su figura. Era yo director del ABC verdadero y atendí con mucho gusto la sugerencia. La entrevista ocupó catorce páginas del periódico y hoy, que el Príncipe de Asturias se convierte en Felipe VI, Rey de España, la reproduzco íntegramente, sin alterar una coma. Resulta interesante leer ahora lo que Don Felipe decía el 13 de julio de 1986.

Es ya un hombre. Atrás quedó para siempre la infancia alegre, la dorada adolescencia, los años risueños de colegio e ilusiones. Es ya un hombre. Tiene los ojos claros y firmes, la palabra serena, el ademán justo, las manos expresivas. De su persona dimana espontáneamente el sosiego, el equilibrio, la moderación. Habla pausadamente, sin alzar la voz. Es serio pero sonríe con frecuencia. Y con simpatía que contagia.

Conserva todavía la antigua timidez con la que pelea día a día. A lo largo de una conversación de varias horas, no le sorprendí un gesto de altivez, una palabra de presunción. Es un Príncipe que no necesita recordarlo para que todos lo reconozcan. La sencillez, la bondad y la inteligencia son sus cualidades destacadas. Tiene el sentido de la Historia de su abuelo y la decisión para cumplir el deber de su padre. Pero se parece, sobre todo, a su madre. Es tenaz, razonador, ecuánime, con gran conocimiento humano, siempre en su sitio, como la Reina. Hablar con él, hablar con este Príncipe de Asturias que la Providencia ha regalado a España, es como levantar a tiras la piel de mármol de la Historia. Porque admira a su padre y porque hará lo mismo que Don Juan Carlos ha hecho, será un gran Rey. Un Rey de su tiempo, lejos de depredadores políticos, por encima de los basureros de la Historia, preocupado sólo por servir a su pueblo, por el bien de su pueblo. Todo por España me dice, y en sus ojos azules aparece súbitamente esa firmeza que he visto tantas veces en su padre, en su abuelo-. No hay un sacrificio que no esté dispuesto a hacer por España.

Estas dos fotografías están unidas por treinta años en defensa del mismo ideal: la Monarquía de todos al servicio de la libertad y la justicia social. Sobre estas líneas, Luis María Anson conversa con el Príncipe de Asturias, don Felipe de Borbón y Grecia, en el Gran Hotel de Zaragoza. En la imagen inferior, Luis María Anson en tertulia de sobremesa con el entonces Príncipe de Asturias, Don Juan Carlos de Borbón, en el Gran Hotel de Zaragoza, hace treinta años. Junto a Anson se distingue a Juan José Macaya, Jaime Carvajal y Urquijo y Fernando Falcó (hoy Marqués de Cubas). De espaldas se reconoce a Pedro Ussía y Muñoz Seca.

Viene de oír misa. Me tiende la mano, firme y grande, y sonríe. Estamos en el Gran Hotel, de Zaragoza, sentados en el mismo sofá en el que tantas veces hablé con su padre, hace treinta años, cuando Don Juan Carlos estudiaba en la Academia General y el futuro se veía lejano y difícil.

-Así que Vuestra Alteza viene de misa.
-Sí

-Pero el Estado que un día encabezará Vuestra Alteza es un Estado laico.
-Y me parece bien que lo sea, porque hay que respetar a todos aquellos que creen en otras religiones. Lo que ocurre es que yo fui educado en la fe católica, que es la creencia tradicional en la Monarquía española.

-¿Y practica esa fe?
-Sí, soy católico practicante.

Se calla un momento. Se pone más serio. Mide sus palabras y las desgrana una a una.
-Recibí el sacramento de la confirmación y lo recibí con mi conformidad. Soy creyente y cumplo mis deberes religiosos lo mejor que sé y puedo. Pero insisto en que es necesario respetar a los que tienen otra fe y a los que no tienen ninguna.

-¿Porque lo dice la Constitución?
-Sí, pero no sólo por eso. Aunque la Constitución no fuera laica, sino confesional, pensaría lo mismo.

El teniente coronel Alcina, que nos acompaña, sonríe complacido. Ha acertado el Rey al nombrar junto al Príncipe a este militar serio, riguroso y responsable.

La unidad de España
-¿Qué tal en la Academia, Señor? le pregunto al Príncipe.
Está ya completamente distendido. Me observa con discreción y con una ráfaga de humor que le cruza a veces por los ojos. Tiene solo dieciocho años y algo le han debido contar de mi. Le divierte, tal vez, comprobar que es cierto.
- Bien, bien responde el Príncipe-. Es bastante distinta a la que conoció el Rey cuando tú venías por aquí a verle.

La fractura generacional resulta inevitable hasta en la realeza.
-Entonces era más difícil- le digo con mala intención para ver cómo reacciona-. Además, vuestro padre era un Príncipe de Asturias no reinante. Le daban muchos disgustos, sin contar la abierta hostilidad de una buena parte de las autoridades.
No pestañea. Y elude las comparaciones.

-Eran otros tiempos. Pero lo fundamental sigue siendo igual, que es el estilo de vida castrense. La Constitución señala claramente cuál es la misión de las Fuerzas Armadas en la defensa de la integridad y la unidad de España. Como cualquier otro soldado, juré hace poco la Bandera y ese juramento lo dice todo.

-¿Considera entonces Vuestra Alteza que uno de sus deberes primordiales, cuando Dios disponga de la vida de su padre, será la defensa de la unidad de España, mantenida por la Monarquía durante cinco siglos?
Me mira el Príncipe de Asturias con su mirada clara y azul. Y piensa, sin duda, con cierta sorna: Este Anson debe creer que soy todavía un niño.

-Por supuesto responde-, pero ese deber no hay que trasladarlo al momento que Dios disponga de la vida de mi padre. Es un deber permanente de todo español y yo cumpliré siempre con él.

-Creo, por otra parte continúa el Príncipe-, que el Estado de las Autonomías que establece la Constitución puede contribuir activamente a hacer efectiva la solidaridad interregional y a reforzar la unidad nacional.

Almuerzo en una cafetería
-Oye, si te parece vamos a comer. Abajo hay una cafetería que está muy bien.
Pone en pie sus dos metros de estatura. Es delgado y fuerte, sin un gramo de grasa. Viste uniforme de cadete y da un poco de apuro ir a su lado por la altura y porque al cruzar el vestíbulo del hotel todo el mundo le mira.

Nos sentamos en una mesa cualquiera de la cafetería, rodeados de matrimonios y niños domingueros. El Príncipe sonríe a todos. La escena es una delicia. Nadie sabe bien qué hacer. Salvo el Príncipe que actúa con la mayor naturalidad. Don Felipe pide para comer una ensalada de lechuga y tomate, una carne a la plancha y un zumo de naranja de postre. No bebe vino, sino un refresco. No digo el nombre del refresco para no hacer propaganda, pero Sainz de Vicuña se pondría contentísimo. Para quedar bien, encargo para mí un poco de verdura y agua mineral. Y hablamos, claro, de la sobriedad de los Reyes para comer, sobre todo de la Reina.

Sale, no sé por qué, la conversación sobre la entrega del Toisón de Oro a Pemán, acto en el que estuvo Don Felipe. Recuerdo al Príncipe el día en que Don Juan Carlos, niño, le dio de repente su cuaderno colegial a Pemán y le dijo: Anda, escríbeme aquí algo. El autor de Las soledades del Rey pensó un solo instante y escribió:

Espera, siempre espera
ya pasará el invierno
los Reyes y las flores
tienen algo de eterno
como la primavera.

El Príncipe se emociona un poco y la señora de la mesa de al lado dice: ¡Qué bonito es eso que ha dicho ese señor que está con el Príncipe! Y en voz más baja pregunta a su marido: Es Rosón, ¿verdad? No. Anson, mujer, el de la tele. Eso dice ella-, Anson, pero nada de tele, el de la tele se llama Calviño, que nunca te enteras de nada. Es Anson, el de ABC, pero no tiene ochenta años, como yo creía. Tiene menos.

Le agradezco el cumplido con una sonrisa. Y le digo al Príncipe: Menos mal que esa señora no sabe que soy un señor del siglo XVI.

Interés por la cultura
-Pues aquí el ABC lo lee mucha gente me dice Don Felipe-. A mí me interesan en especial las páginas culturales, sobre todo las del sábado, que están muy bien hechas.
-El mundo de la cultura, por cierto, se siente cada día más vinculado a la Corona. ¿Piensa Vuestra Alteza proseguir esta tarea admirable de los Reyes, a los que encanta estar con escritores y artistas?

- Hombre, no veo por qué no. El especial cariño y la preocupación de la Corona por las actividades de la cultura me parecen estupendos. Tanto en mi condición de heredero como cuando llegue a ser Rey, dedicaré mi atención al mundo cultural para ayudar a que España siga destacando con luz propia y con sus valores extraordinarios.

-¿Qué aficiones culturales tiene Vuestra Alteza?
-Me gusta mucho leer, oír música. Me interesa la pintura, la escultura. Y, claro, el teatro y el cine.

-¿Y la ciencia?
-Sí, y es importante ayudarla.

-¿Y cuáles son sus autores favoritos? ¿Y sus pintores? ¿Y sus músicos?
-Algunos me gustan más que otros, por supuesto responde con cautela-. Pero si te los digo se molestan lo que no cito, así que nada, lo mejor es callarse.

Juventud más sincera y menos hipócrita
-Pero Vuestra Alteza es un joven de su tiempo, con los gustos de la juventud actual, me imagino.
-Naturalmente, y creo, además, que es una juventud estupenda la juventud española. Seria, trabajadora y responsable, en su inmensa mayoría. Y más sincera y menos hipócrita que en generaciones anteriores.

-¿Las mujeres también?
-Pues claro, no hay diferencia.

Elegir esposa
-¿Y ya ha pensado Vuestra Alteza en elegir esposa? Porque para un Príncipe de Asturias eso no es lo mismo que para un ciudadano particular.
Deja el cuchillo y el tenedor sobre el plato y me mira con cierto asombro.
-Hombre, qué cosas dices. No he pensado todavía en el matrimonio, Hay años por delante.

El Rey y el Conde de Barcelona
Mientras se bebe su naranjada de postre, el Príncipe cambia de asunto y me habla con cariño y admiración de su abuelo, el Conde de Barcelona, lo que me emociona.
-Se adelantó a su tiempo. Lo que él quería para España es lo que se ha hecho después. Admiro mucho su clarividencia, su abnegación, su espíritu de sacrificio. Es un español excepcional.

-Y ahora, el primer súbdito del Rey  le digo.
-También lo soy yo. Como hijo y como heredero de la Corona, mi lealtad hacia el Rey significa obediencia y sacrificio.

Se ha puesto muy serio de nuevo. Siente profundamente lo que dice.

-Obediencia en cuanto a seguir sus consejos y la línea señalada por sus actos y su forma de ser. Tanto el Rey como la Reina son un ejemplo a seguir. Por otro lado, mi lealtad en estos momentos consiste también en asumir con seriedad el papel que me corresponde como heredero de la Corona, preparándome lo mejor posible para el futuro, aunque ello suponga en ocasiones grandes sacrificios. Pero creo que por España ningún sacrificio es demasiado grande.

Miro al Príncipe y le digo que esas fueron las palabras de su abuelo cuando abdicó. Recuerdo la emoción vivísima que sentí aquella mañana de la primavera de 1977, cuando Don Juan de Borbón, después de pronunciar su discurso de renuncia, se cuadró ante su hijo el Rey, inclinó la cabeza altiva y dijo: Majestad, por España, todo por España. ¡Viva España! ¡Viva el Rey! Y abdicaba con estas palabras los derechos a la Corona española que había custodiado de forma ejemplar y abnegadísima, frente a la dictadura, durante treinta y seis años. Pero todavía me emocioné más aquel día de invierno y de tristeza cuando Don Juan de Borbón, con el cáncer enroscado a la garganta, con la fiebre de cuarenta grados quemándole los ojos, azotada la piel por el destino, sangre de Reyes, quiso cumplir el juramento que había hecho en 1941, se fue allá, a la Roma de los Papas y los Emperadores, tomó el cadáver intacto de su padre, lo llevó en un barco de guerra hasta Cartagena y después, abrazado a la bandera roja y gualda, lo depositó bajo las piedras heladas de El Escorial, en el lugar que le correspondía, allí donde, entre mármoles y bronces viejos, aguardaban a Alfonso XIII sus antepasados para que pudiera explicarles, con la voz oscura del granito, la lección amarguísima del destierro y la injusticia a los Reyes que escribieron la Historia de España.

Ahora, Don Juan de Borbón se ha situado ya por encima del bien y del mal. Cuando habla parece como si lo hiciera desde las mismas páginas de la Historia y, al reflexionar sobre su vida pasada, contempla con serenidad absoluta cómo empalidece el esplendor en la yerba, cómo se apagan las antiguas risas, cómo aprietan los viejos dolores enterrados.

Fuerzas Armadas y Constitución
Todavía el Príncipe de Asturias, que habla con absoluta tranquilidad y con una claridad de ideas que sorprende en su edad, me dice dos cosas, que apunto para que no se pierdan enredadas en la conversación.
-Las Fuerzas Armadas, para cumplir con la misión que les asigna la Constitución de defender la integridad y la unidad de la Patria, deben estar bien equipadas, instruidas y preparadas de acuerdo con los tiempos en que nos ha tocado vivir. En estos años de mi formación castrense estoy conociendo a las Fuerzas Armadas intensamente y puedo asegurar que están constituidas por un conjunto de hombres de bien, cuya principal preocupación es perfeccionarse continuamente para mejor servir al pueblo español.
-La Constitución es la base, la Carta Magna de todos los españoles -añade Don Felipe tras su afirmación sobre las Fuerzas Armadas-. El Rey debe pensar siempre en el bien de los españoles, pero manteniéndose siempre dentro del marco que la Constitución señala al Jefe del Estado.

Ha aprendido bien Don Felipe que viene de lejos el deseo del pueblo de que se respeten sus libertades y, tras elogiar a Alfonso XIII, señala agudamente alguno de sus errores.
En el romance de Bernardo de Carpio se leen estos versos, que hubieran debido ser lectura de cabecera de todos los Monarcas:

Dé el Rey su oro a los franceses
mas no les dé sus vasallos
que en mermar las libertades
no tienen los Reyes mando

La larga sobremesa termina ya. Hemos conversado sobre mil cosas más. No ha eludido el Príncipe ninguna cuestión. Es domingo y me doy cuenta de lo que significa para él haber sacrificado este almuerzo. Le acompaño hasta la puerta, como hice tantas veces en este mismo hotel con su padre hace treinta años, cuando Don Juan Carlos era un cadete. Le veo tan joven, tan alto, tan buena persona, tan sencillo, tan simpático, que siento un estremecimiento al despedirme. No sabe bien Don Felipe lo que le espera. Duro trabajo el de Príncipe, tremendo oficio el de Rey. Qué equivocados están los que envidian su papel y creen en las historia doradas del príncipe azul. Que el reinar es tarea escribió Quevedo-, que los cetros piden más sudor que los arados, y sudor teñido de las venas; que la corona es el peso molesto que fatiga los hombros del alma primero que las fuerzas del cuerpo; que los palacios para el príncipe ocioso son sepulcros de una vida muerta, y para el que atiende son patíbulos de una muerte viva.

Luis María ANSON
de la Real Academia Española

miércoles, 18 de junio de 2014 a las 19:39

 

EL INTECO INFORMA

EL INTECO INFORMA

El Ministerio de Interior mantendrá al menos a tres técnicos especialistas en ciberseguridad pertenecientes a las Fuerzas Armadas en el Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación (Inteco) después de que el viernes termine el operativo especial montado en León para vigilar el buen funcionamiento de las infraestructuras básicas en la proclamación del rey Felipe VI. «Vamos a continuar con el despliegue, aunque no de forma tan exhaustiva como ahora, para coordinar los trabajos desde el centro estratégico de León con las Fuerzas Armadas, policía y Guardia Civil en Madrid», anunció ayer a este periódico el jefe de servicio de Ciberseguidad del Centro Nacional para la Protección de Infraestructuras Críticas del Ministerio de Interior, Miguel Ángel Abad.

Abad está en León desde el viernes y el lunes puso en marcha en el Inteco lo que denomina «fase precrítica» de un operativo que ha desplazado a León a tres especialistas en ciberterrorismo que trabajan las 24 horas con los doce especialistas que tiene este centro en el Inteco. «Hemos multiplicado el personal de guardias las 24 horas».

Los expertos de León no quitarán el ojo a los movimientos en las redes sociales. «No tenemos como objetivo las manifestaciones ideológicas o las convocatorias de manifestaciones sino de posibles movimientos que puedan suponer un peligro terrorista».

El dispositivo está en contacto directo con cuarenta empresa privadas que gestionan infraestructuras estratégicas en España, con las que tienen un contacto directo para que mantengan la atención sobre el funcionamiento de los sistemas informáticos. «Detectamos enseguida si tienen algún fallo técnico importante en sus equipos y nos coordinamos para solucionarlo lo antes posible. Si sospechamos que el fallo es consecuencia de un ciberataque coordinamos las actuaciones con un equipo de profesionales que trabajan en Madrid. Son las Fuerzas de Seguridad las que localizarán a los posibles delincuentes», explica Abad. «Mi misión aquí es agilizar los contactos entre las partes, priorizar las medidas y enlazar con las unidades de investigación».

La estrategia del Inteco

La importancia del Inteco en la estrategia de la ciberseguridad nacional llevó al Ministerio de Interior a firmar un convenio con el de Industria, Energía y Turismo a firmar un convenio de colaboración en octubre de 2012 que se plasma ahora con el refuerzo de la plantilla. «El Inteco tiene la máxima experiencia técnica y recursos humanos con experiencia».

«El equipo no ha detectado hasta ahora ninguna incidencia que pueda afectar a la correcta provisión de servicios esenciales».

El trabajo de los especialistas es evitar que los ataques ciberterroristas puedan paralizar el país haciendo caer los equipos informáticos de las empresas que gestionan los aeropuertos, el tráfico terrestre, energía, sanidad, agua.

miércoles, 18 de junio de 2014 a las 8:49

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