MIGUEL MÉNDEZ GONZÁLEZ
Trado forma parte de la Galicia más sugerente, tradicional o mágica, por sus bosques, sus fuentes; o los extraños caminos. Desde pequeño observaba con curiosidad los restos de las gastadas losas, desconociendo que formaban parte del ramal de una vía romana que la atravesaba hacia Lusitania hoy Portugal. Hasta hace unos años se mantenían los restos milenarios de aquellas piedras, con un enlosado en el centro que había sido conservado para evitar el barro de los lluviosos inviernos.
También recuerdo relatos sobre procesiones de muertos, que de madrugada atravesaban con velas y candiles desde la iglesia hasta O Cruceriro... Quien contaba, desconocía que LA SANTA COMPAÑA forma parte de la espiritualidad mágica de otro tiempo...
Todo se fue perdiendo, cuando los más mayores desaparecieron, o abandonaron el interés por contar.
viernes, 15 de octubre de 2010 a las 12:25
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MIGUEL MENDEZ GONZALEZ
 Trado es una pequeña aldea hermosa donde nació mi madre y la única referencia que mantengo de mi infancia. Recuerdo los relatos que mi abuela contaba cuando era niño al amor de la lumbre en las noches de invierno. Hablaba de la fuente de los siete males que decían curaba enfermedades y que los enfermos mandaban traer desde el manantial situado en un cerro cercano a la capilla de San Justo. Capilla que tambien tenía su historia o leyenda, en la que los chiquillos entraban en ocasiones a traves de una pequeña ventana a robar monedas y al salir la ventana parecía mas estrecha, no pudiendo abandonarla hasta que las depositaban de nuevo en el mismo lugar donde las hallaron.
Las gentes de Trado son solidarias, humildes, y longevas... Siempre he creido que sus ancianos lo son por sus aguas quizá medicinales, pues así lo demuestra la tradicional fuente de los siete males. Mi abuela nació y vivió toda la vida en ese lugar y falleció a punto de cumplir 95. No era la mas mayor de la aldea, y de edad similar había otros ancianos. Me gusta visitar el pueblo por su belleza y su ensordecedor silencio de las noches; para mí acostumbrado al murmullo de la ciudad me resulta desconcertante.
Cuando muera me gustara ser enterrado en esa tierra donde ya descansa mi madre y parte de mi familia.
Es un lugar mágico de bosques y leyendas que el tiempo ha ido borrando de mi memoria y esto, quízá, es lo que mas me apena.
lunes, 08 de diciembre de 2008 a las 12:19
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