Comida otoñal
Una comida frugal es muy fácil de hacer cuando llegamos al otoño. Aún quedan pimientos, tomates, cebollas, algún que otro ajo, un manojo de perejil, patatitas rojas que se escurren entre las grandes, tiempo, alegría, decisión, una pota pequeña, la ausencia de gatos (por los pelos y las pulgas), un chorro de aceite, un vaso de vino blanco (mejor de calidad que de cartón), un hambre que pela, una vela para poner en la mesa si se va la luz, otro vaso de vino bueno para ir mojando el gaznate, un ejército de hormigas subiendo por la fachada del edificio hasta el décimo, una escopeta de balines, un chino enfrente para comprar una caja de cerillas que no encienden, un sin fin de... ¡Para qué tanto, si con los tomates, los pimientos, la cebolla, el ajo, las patatas...! Eso es algo con lo que puedes hacer una comida "frugal". Hay gente que no sabe que la frugalidad es una buena cualidad de la comida. Por eso me he atrevido a hablar de ello. Otra cosa es la fugacidad, que consiste en "si te he visto no me acuerdo", que es la peor de las cualidades del dinero, que lo cobras a principio de mes, si lo cobras, y a los dos días se evapora. No como los grandes capitales, que se van de paseo a Suiza hasta que unas manos limpias (con guantes blancos por fuera, que no sé por dentro) descubren que se aburren y los hacen salir a pasear a la vía pública. En fin, lo mejor es ponerse a cocinar, porque va a llegar la noche y aún estamos de cháchara trapera como si fuésemos contertulios tulios. Hablar mucho reseca la boca y te convierte en foca.
martes, 23 de septiembre de 2014 a las 20:14
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¿Bajas a tomar café..?
Voy a hacerlo en la tartera, que me da tiempo de sobra. Si lo quiero tomar fuera el del bar no me cobra. ¡No me lo cobra barato, que tomar café es un vicio! Lo decía san Torcuato cuando aún era un novicio, que si lo dice después... pisan su lengua los pies. Si me tomo una cerveza sentadito en mi cocina no me duele la cabeza por tomar agua cochina, que es lo que da a la nobleza el cafetín de la esquina. El otro día bajé a tomarme un calimocho. ¿Y sabéis que me encontré? ¡La dentadura de un cocho! Resumiendo lo antes dicho: si sólo tienes un pelo no te vas a hacer un chicho. Y lo digo sin recelo...
martes, 23 de septiembre de 2014 a las 20:13
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Mariscada en el Cochón
No vengo si lo sé... me quedo allí de pie como sirena. ¡Había tantas nécoras en la arena, cantando entre percebes disolutos, arroces diminutos y almejas lisonjeras... ¡Seguro que exageras! ¡Ya estamos en conflicto! Si quiero yo contar una historieta, me sobra el veredicto. No quiero ser discreta. Me callo en un suspiro... relamo bien el plato, le pinto un garabato y luego doy el piro. ¡¡Qué rica parrillada de marisco!! Mi niña con francisco.
domingo, 21 de septiembre de 2014 a las 10:21
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Tamén che pode pasar a ti...
O Miño nace na Fonte miña, que se chega a ser de outro xa non nace. ¡E mira que dá tombos o carallo do rigueiriño ese para chegar á Guarda! Cando eu era pequeño... que xa fai unha morea de anos, tantos que ainda se pagaba con cans e cadelas (agora as cadelas andan por os parques cunha corda ó pescozo e os cans van trás delas a cheirarlles o cú). Tamén había billetes de cinco pesetas, moito máis "duros" que os euros, que os botas a auga e nin tan xiquera se enteran as troitas de que algo caíu no río. Pois... cando eu era pequeño quixen facer un esparmento guindando un billete de cinco pesetas ó Miño, alá por enriba de Lugo, por ver se chegaba á Guarda, que eu viña a facer o parvo río abaixo porque daquela non tiña outra historia que contar. Confiado en que, (seguindo o demo dos cinco pesos, que como era de bo papel non se afundía), chegaría alá onde o mar perde a vergonza para darlle un bico ó río por levarlle auga doce para beber, decidín facer o camino do Ribeiro, que o outro xa o fixera meu abó dende Fanterrabía e chegou tan rabioso que xurou non facelo máis se non era cunha pipa de viño ás costas... Pois... ¿sabedes una cousa? Namáis tocou auga o billete de cinco pesos ven una troita e pápao, engulindo para sempre toda a miña fortuna. Doeume un chisco; pero dixen para min que os cartos non son tan precisos se tés boas pernas e unllas con que aruñar onde haxa... Seguín río abaixo como se nada. Pasaron corenta anos por o menos, que o Miño dá máis voltas que a moa dun muíño. Xa tiña eu fillos con barba cando fun pescar a Camposancos, xusto onde remata ún para que empece o outro. Boto a nadar o bicho da cana e non pasan un minuto xa empezan a puxar dil. ¡Carallo, qué fame teñen as feras! Arrinco para arriba e alá ben presa una troita que chegaba da cabeza ós pés. Cando lle vou arrincar o anzó das gorxas... vexo os cinco pesos de papel que a moi condenada me furtara en terras de Lucus Augusti, aquel román que andaba cos pés e comía coa man. Coa ledicia do achádego dinlle un bico nos fociños á miña amiga e deixeina outra vez na auga, porque non se lle pode quitar a vida a quen te guiou na túa. A troita, recuperada do susto, bota a cabeza fóra da auga e berra con toda a forza... "¡¡Cheguei antes ca ti!!"- "Iso non vale, que viñeche en barco"...
sábado, 13 de septiembre de 2014 a las 8:49
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Una tarde de otoño
Sirena, se ha puesto la mar serena, que estaba bravía, que estaba nerviosa, que estaba furiosa, ¡que estaba muy brava! Se muere la tarde, sombría y cobarde. Tres barcos veleros perdidos, sin velas, sin remos... vacíos... hundí dos. La luna se esconde detrás de las nubes jugando a la cuerda. Recuerda, mañana es domingo. Si vuelves temprano nos vamos al bingo. ¡Qué tarde más vieja! Le cuentas un chiste y te lanza una teja. ¿Con cuántos saliste? Responde entre dientes buscando el despiste. Catorce fulanos sin santo ni seña. ¡Así va la peña! Diez hijos bastardos que buscan herencia, diez pobres petardos sin paz ni paciencia... ¡¡Picó una faneca!! Recojo el anzuelo, lo envuelvo en la rueca. ¿Seguimos, abuelo..?
jueves, 11 de septiembre de 2014 a las 19:51
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