LA TELA DE ARAÑA
Me levanto de la cama algo, ¡mucho!, cabreado porque siento en mi mejilla que un mosquito me ha picado. Me coloco ante el espejo, que conoce mis encantos, y examino dos bultitos en la cara y otros tantos en la punta de la napia. ¡Madre mía, qué terapia! ¡¡Santos, santos... santos cielos, quién permite tantos vuelos!! Una araña allá en el techo corta y trincha. ¡Muy bien hecho!
(¡¡Que nadie se dé por aludido, coño!!)
lunes, 07 de octubre de 2013 a las 21:01
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¿Qué...?
Por el encinar venían las hormigas galopando; los tambores de la noche rebotaban en sus carros que rodaban a escondidas por caminos olvidados. La lechuza con su Wuwú y el mochuelo con su vouvou. La chicharra en los pinares... y a lo lejos, muy muy lejos... cuatro dientes y una muela de dos viejos. Margaritas en la escena. Por el encinar ya vuelven las hormigas con sus cestos cargaditos de ilusiones que calienten los inviernos.
lunes, 07 de octubre de 2013 a las 21:00
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Pilares o Tirantes...
Ayer cayó en mis manos uno de los mejores libros del escritor vasco Akinhay Kenfolle, Los Pilares de los Puentes Romanos. Me costó mucho seguirle la corriente porque a esas alturas del verano casi todos los ríos estaban secos o con el caudal a mínimos histéricos de tanto sacar agua para apagar los incendios ocasionados por la negligencia vecinal. Los romanos, construcctores que eran de la mejor qualitas qualitatis, inventores del hormigón en salsa de arándanos ( esto viene a que cuando carecían de agua machacaban in situ a unos cientos de esclavos y ya podían hacer la masa y de ahí el color rojizo del mismo, el hormigón). No se debe confundir el hormigón romano con esas hormigas gigantes, tan abundantes en tierras del Amazonas, que los nativos utilizan como cabalgaduras para subir a los cocoteros en busca de ciruelas. ¡No! El hormigón es el hormigón y yo no sé por donde carajo seguir... Volviendo a la calzada, estamos hablando de romanos, viendo santa Teresa de Jesús (no confundir con Teresa de Calcuta) el despilfarro que suponía pasar a diario por la zapatería para reponer tacones y más tapas, tuvo la brillante idea de fundar a sus Descalzas, que desque alzas la mano al estilo yankee ya no sabes a qué bandera perteneces, como les pasa a los de Fongirola, que no mean por falta de... papeleras en el parque. Pues resulta que los romanos construían sus hermosos y arqueados puentes sobre firmes pilares que clavaban literalmente en el cauce del río después de desviar adecuandamente la corriente de agua para que no se llevara la cimentaciones. En contrapartida los arquitectos actuales, con muchísimos menos medios que los capataces romanos, substituyen los pilares por tirantes, un tanto parecidos a los que usaba don Ramón del Valle Inclán. Si a don Ramón no se le caían los calzones gracias a los tirantes... por qué no aprovechar esa fuerza del sino para lanzar pasadizos de una a otra orilla de ríos, rías, ensenadas y toda esa golfería que supone atravesar una porción de agua entre dos tramos de tierra firme. Y firme quien firme la cosa también tiene sus bemoles, como el Lago de los Cisnes, que empieza en Fa y acaba en Do, o sea, enFaDo. Con esas tiranteces los puentes actuales vuelan por los aires, atravesando por donde sea, incluso por encima de la Mezquita de Córdoba. No importa la trayectoria, no señores; pero cuando llega la ruta, antigua calzada, a la finca de un concejal de Urbanismo de la noche a la mañana aparece allí una curva en la que tienes que pasar de la alta velocidad al paso de la tortuga reumática, con el siguiente rebolcón de los ocupantes del vehiculo en caso de que se le rompan los frenos o el conductor vaya charlando con la vecina del Jodedar que va al lado guiñándole el ojo del culo. ¡Que no, hombre, que no! No se puede escribir un libro animando a la gente a construir el puente sobre Pilares y de buenas a primeras substituirlos por Tirantes, que si son elásticos te pueden catapultar a Saturno en menos que canta un centollo. ¡El vivo al bollo y el muerto a cavar el huerto!
(Ejemplo típico de estupidez escrita).
lunes, 07 de octubre de 2013 a las 13:11
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Tendencia de futuro, nuevo orden terrestre
Tendencia de futuro, nuevo orden terrestre: Primero nos asustarán de malas maneras para que creamos que tienen razón. Las ciudades pequeñas serán vaciadas poco a poco para que nos concentremos en las grandes metrópolis en las que habrá trabajo en abundancia, comida en abundancia y en las que pasarán los camiones de la basura recogiendo muertos para el crematorio igual que ahora hacen con la basura. Cuando las grandes ciudades, dos o tres repartidas a mucha distancia en cada nación, revisarán todas las aldeas y cortijos por si queda algún rezagado o antisistema que pueda recomponer el rompecabezas por su cuenta... Y cuando estemos todos en esas enormes jaulas como simios en sus zoos... bajarán en enormes manadas los habitantes del cielo para ocupar todo el territorio que hemos abandonado. Una vez afincados en la tierra bastará con soltar en las jaulas unas toneladas de gas mostaza y moriremos como moscas acabándose la Raza... que más destrozos ha causado en este mísero planeta del sistema solar. Fue un sueño mal soñado. Que no se convierta en realidad, porque los síntomas de las intenciones políticas que nos dominan van por esos derroteros... ¡Volvamos a nuetro campo y colonicémoslo de nuevo antes de que sea tarde, sembremos nuetras tierras, vivamos en casas familiares y no permitamos la reconstrucción de grandes jaulas en donde pereceremos como perros abandonados!
viernes, 04 de octubre de 2013 a las 17:29
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Receta casera (al capataz de la hacienda si se queda sin merienda)
Siete peras suculentas. Tu capricho no lo domes: si las tienes te las comes y si no te las inventas. Cien lentejas en la pota, (si echas menos se le nota), dos patatas, tres tomates, vino blanco y aguacates. Diez pimientos de Padrón. Si no pican... ¡dale ron! ¡¡No les digas disparates!! Mantequilla en la sartén: puede que le venga bien un puñado de piñones. ¡Mira bien cuantos le pones! ¿Probarás este deleite? Mi comida preferida, la cebolla muy cocida pulidita con aceite: le salpicas un buen chorro, te la pasas por el morro, la introduces en la boca al instante te disloca. La barriga se te alegra, ¡a saber llega tu suegra y se toma un carajillo..! Sin querer pisa el gatillo. Luego va con disimulo engrasando el intestino y al llegar a su destino se dispara por el zulo sublevando a mil narices... Fueron treinta las perdices que pasaron emigrando sin soltar su contrabando. Por lo menos eso dices...
lunes, 30 de septiembre de 2013 a las 18:58
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