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Se non te queixas... apodreces

Se non te queixas... apodreces

Dóime Hispania como doen
as moas cando che nacen.
Tamén me doe a barriga
ás escuras e con fame...
¡¡E non entendo por qué!!
¡Con tanta recadación,
radares, loto, quiñelas,
podían empapelar
a mitade das estrelas
e toda a constelación,
e moito máis... se quixeran!
Pro, como hai tanto lambón,
o que máis lambe máis quer.
Non lles chega unha muller
e piden sete queridas.
E se non vai que cho digan
os que viven de iste circo,
que de unha cabra xa vella
tés que alimentar a cinco:
Bruxelas, Madrid, a Xunta,
e tamén o municipio...
e por se isto fora pouco,
a asociación de veciños.
Señores politiqueiros,
repondede ista pregunta:
¿Non sodes moitos macarras
a vivir da mesma puta!

(Que me perdoen as que teñen que vivir do coiro
en tempos de paro xeral organizado)

martes, 01 de abril de 2014 a las 19:11

 

Las tres a punto, hora Zurich

Las tres a punto, hora Zurich

¡Se está cociendo en Europa una fabada de tres mil pares de kilotones! El tiempo me dará la razón. La primera guerra mundial empezó porque a un Duque se-le-abolla el coche tras un atentado con bomba que lo puso a cantar pajaritos a volar. Entre el que se-abolla y el que
se abolió pasaron sólo unos añitos, suficientes para recomponer toute l´armèe, levantar edificios que echar abajo y permitir que los nietos fueran mayores para morir a tiros imitando a sus abuelos. Los que más chuparon del bote fueron los alemanes y franceses,
que sobrevivieron gracias a las mascaritas y a las más baratitas.
La segunda guerra mundial, si así merece que se le llame, repitió escenario, extendiendo ligeramente su radio de acción gracias al poderoso tío Sam, que en donde la mete la caga. Los peor parados repitieron, llevándose la copa de la devastación. Recuperados en pocos años gracias a la leche en polvo y al queso enlatado a granel, re-nazieron los alemanes, los franceses, los italianos, los españoles, los chorizos, las ratas y todos los asquerosos piojos correspondientes a cada grupo étnico. El oro se lo guardó el invasor de Normandía. La mala fama, la ignominia, la culpabilidad... se esfumó en los crematorios arios, en donde cada noche se pueden escuchar las arias de Verdi que te quiero, Verdi. Si Verdi no hubiera sido músico sería un prado, cubierto de margaritas, delicia de ovejas, vacas y berberechos. ¿Berberechos? ¡Perdón, caracoles! ¡Este cabrón siempre me está corrigiendo! ¿Qué
importancia tiene que los berberechos sean de mar o de tierra? Ninguna, rollo.
La tercera guerra mundial se está cociendo en la gran cacerola de la fabada. Y todos sabemos que de esta vez va a salir también mal, porque en una buena fabada tiene que haber un noventa por ciento de habas y el resto son condimentos adicionales entre los que no puede faltar el chorizo. Pero en este cocido el ochenta por ciento de los ingredientes son chorizos, el diez por ciento guindillas sin nuez y el resto se reserva para las habas, el laurel, el ajito morado y la sal, ese elemento tan necesario para que la mar se conserve tan salada y los imbéciles digan que "si la sal se hace insípida con qué coño se salará". Y no estoy hablando de Jesús, el Cristo; sino de los que advierten que el jabón, si lo pisas en el baño, te puede hacer patinar y romper la crisma. Desde que algún judío yanki, aconsejado por los marcianitos embarrancados el Roosvelt (mentira cochina), ideó la unificación de la Gran Vaca europea para, en su día, ordeñarla a su gusto, las cosas han ido de Herodes a Pilatos, de Anás a Caifás y de Bruxelas a Washpimpón. Y gracias a ese constante peloteo judeo-yanki el dólar es la única moneda protegida por el ojo invisible que todo lo ve. ¿Cuándo empezará la tercera guerra mundial...? Cuando la vaca le toque los cojones al búfalo de las praderas, praderas que eran territorio español; pero que los hijos del kan-kan unidos al KKK arrebataron por aquello de que querían poner el transiberiano desde N.Y. a san Francisco de Caliquetefornia.
Veo que estoy hablando de chirigota; pero lo que hoy se une bajo el euro se romperá a bombazo limpio, lo mismo que se desmenbraron las putinas tierras de los zares al empuje de las tetas proletarias. ¡Y que no le den méritos ni a Lenin ni a Stalin, ni al Gorbi de la Mancha!

sábado, 29 de marzo de 2014 a las 20:15

 

La china

La china

La china no es esa señora con los ojos rasgados, más bien bajita y vestida medianamente cutre, con un tinte amarillento, salvo que lleve tiempo sin comer arroz, no. Tampoco es esa piedrecita que se te cuela en el zapato y te escarba hasta romperte el calcetín, luego la piel
y finalmente te produce un callo de tres pares de milímetros, o sea, seis. Ni siquiera es la suegra, esa metementodo que se alegró mucho de colocar a su hija cuando era joven; pero que con el correr del invierno se te mete en casa, aduciendo abandono conyugal, y te despilfarra todo cuanto tú tenías guardado para casos de crisis, ni eso. La china es esa pesadilla constante, (semejante a la gota de agua que cae de la ducha mal cerrada y acaba dejando una mancha ferruginosa que no se quita ni con don Tararíquetevi), a que estamos sometidos por el vaivén de la estafocracia en que vivimos. Pongo un ejemplo: Éramos pocos y parió la mulilla. Sí, por Mulilla pasa mucha gente huyendo del agujero negro del sur, alimentado por la codicia del norte, que se va extendiendo como la lepra en territorio pantanoso. Fue necesario que don Pelayo se levantara en Asturias para exprimir manzanas e inventar la sidra. Isidro el madrileño, con su carro a cuestas, sembraba pan para que luego viniera Cervantes, el manco del espanto, recaudador de impuestos igual que Camilo el que recela, o que cualquier hijo de partido que en la actualidad te obliga a hacer la declaración de la renta por los cuatro piojos que te quedan en el cogote y que no hacen más que provocarte seborrea capilar. Estamos hartos de que le pidan peras al olmo. Es cierto que el olmo puede injertarse de peral y dará mejor fruto que el original. Pero de ahí a que lo dé gratis et amore, hay toda una carrera de san Jerónimo. Como no se atreven con los animales grandes, (los ricos) atracan a las hormiguitas que se pasan la liliputa vida acarreando grano para que se lo coma su hermano, el del chaqué de seda...
Si volvemos a la china es fácil que te secuestren un par de años y acto seguido te ofrezcan en adopción, porque lo que sobra en China es gente. Ya ves, son tantos que ya mandaron el Conejo a la luna a sembrar zanahorias para que prepare el terreno y comenzar la emigración después de que haya suficiente alimento para sustentar la colonia. Ya lo decía Confucio cuando leyó por primera vez el libro de Mao el Setón: la luna es redonda como una bolla de queso. Cuando tengas hambre dale un beso. Y ahora viene la Nasa diciendo que en el espacio profundo se patina mucho por causa de la grasa. ¡Claro, con tanto motor en la chatarrería cósmica..!
Ahí queda eso. Que cada cual lo termine a su gusto, pues hay tantas opiniones como opinantes y "no por mucho adelantar el reloj amanece más temprano". Que no os roben una hora de sueño. ¿Vale..?

sábado, 29 de marzo de 2014 a las 12:33

 

Animales y animaladas

Animales y animaladas

En mi vida tuve la suerte de convivir con animales de todas clases. Pero siempre supe distinguir entre humanos y animales, cosa que no se hace hoy en día. Lo más reciente son las cacerías en grupo. Raro es el día que no "cae" algún bípedo por disparo de sus compañeros de equipo. Será fortuíto, o no; pero la realidad es esa: hoy en día, con tanta protectora de animales, los más desfavorecidos somos los humanos. Se nos puede encerrar como a perros, se nos puede atracar como a conejos despistados, se nos puede despellejar como a corderos inocentes. Y... ¡¡ay de ti si le matas una pulga al perro!! ¡A dónde vamos a parar! El negocio de los sinvergüenzas tiene tantos dominios que llegará el día en que, o explotamos todos y los despellejamos en sus cubiles o nos encerrarán en jaulas para su divertimento. Estoy hablando de los políticos y de todas las mafias que pululan a su alrededor. Donde antes había pan ahora encontrarás leyes, que te queman la mano si no la sabes meter.
Algunos creerán que odio a todos los bichos. Creo que estamos un tanto equivocados, porque ninguno de vosotros ha tenido la suerte de cuidar de tantos. De niño tenía a mi cuidado mis cinco vacas, mis diez ovejas, mis tres cabras con sus correspondientes crías, que año a año venían a alegrar las pocilgas y cuadras de la casa. Aparte estaban los cerdos, las gallinas, los conejos, el gato con sus crías y el perro hasta que la codicia estatal obligó a vacunarlos, a ponerles el collarín... en fin chupar del bote sin dar palo. Cuando nacía algún corderillo o cabrito en el monte ¡cuál no era mi alegría por traerlo en brazos como si de un bebé recién nacido se tratara! Y como yo todos los de la aldea... Nunca se maltrataba a los animales porque eran parte de la vida de las personas, pero se sabía muy bien quien era animal y quien persona...
Fue de los animales, en cambio, de quien más disgustos recibí. Un día, yendo a caballo de una yegua, salió un perro ladrando de detrás de unos matojos, la yegua se asustó y me sacudió a más de cinco metros como si fuera un saco de paja. Resultado: fui a caer un una charca de barro y agua con toda la cara por delante, rompiéndome el tabique nasal (que aún se nota) y la cara se quedó como un pan recién sacado del horno. Culpable el perro por ladrón y la yegua por no saber controlarse. Si fuesen humanos... encima se reirían hasta partirse la dorsal. Otro perro, después de una semana comiendo de mi bocadillo y jugando con él en la finca de la casa que electrificábamos, sin saber por qué razón me clava en el muslo derecho todos esos "adornos" que tienen en la boca, y al curioso que lo quiera ver aún le puedo mostrar los cinco agujeros dejados por los dientes. Y no hablo ya de los arañazos de gatos, mordiscos de periquitos, pinchazos de mosquitos, moratones de arañas pasajeras, pulgas, piojos, hormigas, y últimamente una cantidad inmensa de sanguijuelas estatales que te chupan por todas partes.
¿A qué viene todo esto..? Respetando toda la animalidad de los animales, que es suya, considero que un gran porcentaje de mascotas no existirían sobre la tierra si no hubiera quien los cuidara y alimentase. Me parece fantástico que cada cual dedique su vida a lo que más le guste. Pero en lo que no estoy de acuerdo es en degradar progresivamente al ser humano para equipararlo con otros seres que sin nosotros no serían más que carne para depredadores. Muchas veces adoptamos un cachorrillo porque nos parece tan mono; pero cuando crece, come como un lobo, nos obliga a ir detrás con la bolsita, el impuesto de vete al urinario, el vecino que se queja de los ladridos, la perra que está engordando demás, la camada que se avecina, la vejez que ataca... Y sobre todo, si un día te descuidas-le das un porrazo tal vez merecido-te denuncia algún "simpático" y, como en Uruguay, te vas a archivar monos al Brasil por hacer chorizos.
Lo mejor es respetar la cadena: de las bellotas salen los cerdos, de los cerdos salen los chorizos, de los chorizos salen las barbacoas, de las barbacoas sale la gente feliz... La vida no es más que una cadena: si rompemos un eslabón ya no hay cadena sino "condena"...
A la de últimas: que cada cual respete a su vecino, de la especie que sea, y que nadie legisle tonterías sólo por recaudar y hacer barbaridades con lo recaudado. Por muchas vueltas que le demos, un mono jamás llegará a la Casa Blanca... Si queremos que la White H. no se convierta en un circo dejemos a los monos en donde están, en el circo, porque si la Chita hubiese llegado a Marte... ¡menuda sorpresa se hubiesen llevado los marcianos! Media de coña... dejadnos vivir en paz sin tantos traumas y tabúes como se están montando. ¡¡Y todo por dinero!!

martes, 25 de marzo de 2014 a las 20:02

 

Me lo estoy pensando dos veces

Me lo estoy pensando dos veces

Ayer me fui al parque. Digo "me fui" porque tuve que llevarme a mi mismo, que nadie se ofreció a cargar conmigo a pesar de estar más cansado que una mula después de una carrera de motos en los sanfermines, por estar prohibido molestar a los toros de la dehesa. Lo primero que ante mis ojos apareció fue un banco, ocupado por un botín con patín, mientras el otro botín descansaba en el suelo como el arpa de Bécquer el Gustavo, " de su dueña tal vez olvidado". En seguida pensé en si aquel banco no sería el de San Tander, ese santo tan santo que de ser tan santo lo arrojaron del cielo a pellizcos para poder ellos aprobar las leyes de la relajación celestial, que les permitirían en adelante cometer pequeños hurtillos de miles de millones, a hurtadillas, engatusando a las beatorras que aún en estos tiempos siguen acercándose a la sacristía en busca del sacristán, porque monaguillos ya no quedan. A no muchos pasos más adelante veo otro banco, vacío éste, y con apariencia de cierta comodidad para el sosiego vespertino. Pero hete aquí que al recostar mi magullado esqueleto sobre las lóbregas tablas el piso se hunde y nos vamos, asiento y mi menda, al hoyo profundo de los infiernos cloacales. ¡Menos mal que eran aguas pluviales, con algún que otro caracolillo flotando a la deriva! ¡¡Imagínate que es un pozo negro...!! No quiero ser racista; pero estaría, a estas horas, hecho un asco. Levanto mis pertenencias del suelo, que son bastante pocas, ante las risitas estúpidas de una docena de damiselas, que antes merecerían ser llamadas señoras, ya que te echarían una mano para ayudarte a levantar el paquete. Pero nada, alguna hasta hizo fotos con su móvil por colgarlas del árbol del ahorcado en Internet. Me sacudí la humillación y seguí caminando hasta el final del camino, rematado por un monte de piedras toscas, con cemento y ladrillos incrustados. Allí dejé caer la poca vergüenza que me quedaba en el bolsillo del chaleco. Al principio no me di cuenta. A los pocos minutos sentí tras de mi un "chist-chist" insistente que sonaba a batería de móvil a punto de agotarse. Volteo la cabeza y veo un libro.
- "Anda, alguno que te tiró porque eres un tostón!"
- - "Oye, eso no es cierto. He venido directamente de la biblioteca para hablar contigo"
- "¿De veras? ¡No me hagas cosquillas, que me río! A ti te han tirado porque seguramente hablas de política y la gente está hasta los tuétanos de toda esa basura".
- "¡No hables tan alto que hay una convención de ministros en el Pazo de Rajoy y si te oyen legislarán en contra de la libertad de expresión!"
- "Que legislen todo lo que les dé la gana. ¿Piensan esos leguleyos que la gente vulgar del pueblo se conoce al menos un diez por ciento de las estupideces escritas para someter el rebaño a las órdenes de los perros?"
- "No. Tampoco creo que lo sepan ellos. Lo que pasa es que hoy, con el Guasapo ese de la mierda con pulsar un botón ya te dicen de qué color tiene los pelos del culo un recién nacido".
- "Un recién nacido no tiene la culpa de nada".
- Por eso los abortan.
- "¡Eso te crees tú! Un recién nacido pierde toda su dignidad de ser humano una vez que sale al huerto... en donde tendrá que trabajar para la comuna sacrificando el ochenta por ciento de su trabajo en beneficio de otros que jamás dieron ni darán un mísero palo al agua..."
- "Oye, libro, ya me estás tocando la ocarina. Será mejor que te deje en la escombrera mientras yo me piro".
- "¡Serás cabrón! Ya somos pocos por culpa de las nuevas tecnologías y encima nos usan de almohada en la estación del Ave. Tanto correr para angroisarse en una curva maldita y bien fomentada..."
Se escuchan los suspiros de la garza
sobre las aguas del charco.
En la triste lejanía muuuuuuuuuuuy lejana
suena la sirena de algún barco.
Flota en el Lagares
un chorizo cantimpalo,
que vino desde Cuba
jinete de un caballo.
"Stultus est qui per fenestram respicet" (Es idiota el que vigila la casa por la ventana (de fuera a dentro, se entiende) como hacen últimamente los farolillos chinos colgados al rededor del calabacín azul). "Cuando salga la luna, cuando salga ven a verme, verme."

lunes, 24 de marzo de 2014 a las 17:15

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