La música del mar
LA MÚSICA DEL MAR
El Montiboli, Villajoyosa
Verano de calor, levante, alta noche de agosto. Es la hora del cierre para las últimas bombillas, los pensamientos, el ordenador las puertas de la casa.
Al cerrar la más íntima, se me pone en los ojos el jardín con el deseo irrefrenable -tal vez inoportuno-, de contemplar la noche.
Salgo, pues, al jardín, donde me dejo penetrar por el silencio hondo de la naturaleza, que apenas contradicen -como lejanas melodías- los monótonos cantos de los grillos.
Conteniendo el aliento, intento oír las bramas musicales de esa masa sinfónica, ese espejo sonoro que veo desde aquí bajo una luna pálida y mojada.
Naturalmente, tengo clara conciencia de que es la hora del sueño. Pero el sueño se ha ido de mis ojos, de pronto estimulados por un canto hechicero y atrayente que me anula y me arrastra y me libera.
Y es en ese momento cuando -con mucha precipitación y escaso disimulo-, me encamino hacia el mar con el explícito deseo de dejarme mecer por sus ronquidos
Y bien que lo he logrado, tengo todo el mar para mí. Soy suyo.
Ligero de equipaje, y sin otra liturgia que una completa desnudez, vacío el pensamiento y me dejo acariciar por un agua apacible que, al arrastrarse por la orilla, me pone en los oídos esta música, rasgada y venenosa que, ya al salir el sol, he traído a la cama.
Riiiiis, raaaaas&.., riiiis, raaaaas&.
Oyéndola me acuesto y, por primera vez en los últimos insomnios, he sentido la vida como celebración y no como derrota.
Del libro LAS ORILLAS DEL MAR
Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios Blog http://paisajes.blogcindario.com Poemas recreados: http://groups.google.com/group/paisajes-literarios
La música del mar
lunes, 22 de junio de 2009 a las 17:37
Enviado por Mariano Estrada
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Paisajes
Del Puerto de Villajoyosa a la Cala de Finestrat
PAISAJES
Tras un puñado de años -en los cuales ha estado en mi memoria como una foto amarilla-, he encontrado a un amigo de la universidad, casi de la infancia. Circunvalados por la erosión, sus ojos conservan muy serenos destellos de una luz deseable y, en su frente, no resuelta en luna, sino en un amplio camino de despejados pensamientos, se dibujan los surcos de un arado hondo que, tras larga sementera, penas anchas, jubilosas noches y un amor recio y paciente, ha dejado en la vida unos manojos de fertilidad, las flores de un pequeño jardín y algún árbol robusto. Madurada en la razón y sazonada en el tiempo, su vida es un paisaje reconocible, más o menos hermoso, por el que yo, ecologista sin etiqueta, siento un profundo respeto. Pocos días después, el azar ha querido que unos cuantos amigos -de ésos que, por encima de los avatares, mantienen en los ojos esa luz necesaria-, compartiéramos un gozoso paseo por el paisaje de la zona. Hablo ahora de un paisaje exterior, compendiado vagamente en cielo, mar y tierra, si bien con incursiones a la intimidad de cada uno, que es la que nos une y nos desnuda y nos expone a las aristas de un sol que no ha alcanzado el turismo, y nos moja con las olas de un mar que genera islas y sueños, que contiene a Ulises y con el que soñó también Don Quijote... Con una punta en el puerto de Villajoyosa y otra en las arenas occidentales de la Cala de Finestrat, hay un trozo de costa armonizado por la brava musicalidad de las rompientes, la caricia humana -que tiene nombre de olivos, de casas, de higueras, de algarrobos-, los sinuosos acantilados, las playas mínimas y recónditas, los lomos de aridez, piedras y pino, las vistas gratificantes, las lontananzas donde el sueño no tiene confín... De frente aparece Benidorm, ciudad ya asumida como parte de nosotros y, por tanto,comprendida en nuestra capacidad de aceptación y de sorpresa, con sus torres altas, sus playas memorables, su huerta de naranjos y de orgullo, sus pinares domésticos, su marco de montañas protegidas... Dentro de unas concesiones paisajísticas elocuentes -que han sido insoslayables tributos a la establecida sociedad de servicios-, y, dada la estructuración vertical de la ciudad, se otea un cierto equilibrio entre lo urbano, lo rural y lo ecológico-paisajístico. Lástima de esa mancha lúdica que, con llamativas evocaciones de la antigüedad -de sus culturas y de sus mitologías-, se ha pegado a las faldas del Puig Campana, monte vigoroso, paladín gigante y símbolo señero de la belleza inmemorial de esta parte luminosa del mediterráneo. Miro hacia atrás y veo entre cantiles nebulosos la cara erosionada y ennoblecida de un amigo de la universidad, la mía propia y la de estos otros amigos con los que aspiro a envejecer y con los que hoy comparto el agua, los caminos elementales, pero eternos, y algún fragmento hermoso e indestructible de la intimidad que tiene forma de nube, de gaviota, de lentisco, tal vez de indescifrable y rumoroso poema. ¿Qué importan las humillaciones que tienen causa en lo efímero si hay valores que se saben seguros e imperecederos? Mariano Estrada, www.mestrada.net Paisajes Literarios Blog: http://paisajes.blogcindario.com/
Paisajes
lunes, 22 de junio de 2009 a las 17:16
Enviado por Mariano Estrada
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