Benidorm, fantasía urbanizada
Leyenda de última hora
Tenía 10 años. Vivía en una pequeña casa de madera situada en una isla a la que el turismo no había llegado. Un día, a la hora de comer, la televisión de su país estaba ofreciendo un programa sobre Benidorm. -¿Benidorm? ¿Qué es Benidorm? le preguntó a su padre, cuyos ojos devoraban las imágenes con avidez. Su padre se quedó un rato pensando, miró a su hijo, se incorporó, se acercó a la ventana y, apuntando con el dedo hacia la playa que tenía frente a él, respondió con voz solemne: -Benidorm es un nombre de la arena.
Mariano Estrada.
Benidorm, fantasía urbanizada
Como todo español de hechura aventurera -y yo lo soy, sin duda- me he dejado caer por Benidorm. ¿Beni what? preguntaron los muchachos americanos de la us navy, cuando oyeron el nombre de la ciudad de boca de sus jefes- ¿Beni what? remedaron, ofendidos, los ecos del ombligo nacional que a su vez es emporio turístico del mundo.
Benidorm es un monstruo -comenta el cicerone que el destino me ha puesto en el costado, como una llaga abierta- Pero eso lo ve cualquier persona normal, sin el zumbante concurso de un vocero. Y añade, muy modestamente: Un monstruo, ¿sabe usted? Sobre todo cuando estoy yo.
Tiene unas playas muy bonitas, ¿Capisci? puntualiza sin ninguna necesidad- ¿Bonitas, simplemente? Acabo de darme un chapuzón y creo que son más que bonitas, yo diría que son bellas y mágicas, que están divinizadas por Neptuno, que que&¿De dónde sale usted, amigo? ¿No ha visto a las mismísimas nereidas doradas por el sol, casi lubinas?
El pregonero sigue:
Tiene unos edificios impresionantes, llamados rascacielos ¿Los ha visto? No, no he tenido el gusto. Los que he visto hasta ahora están en el nivel de los humanos. ¿Quizás deba decir de las humanas? Y en tal caso, ¿serían rascacielas? Además, sufro mal de altura.
Pues usted se lo pierde, amigo, porque es igual que Manhattan. ¿De veras? Bueno, tal vez si lo miramos con un cierto optimismo& Manhattan Transfer, me refiero ¿Manhtttan Transfer? ¿pero cómo se pueden comparar naturalezas tan disímiles? No sé& A Borges lo comparan a veces con Buenos Aires, y al Quijote con todas las Españas que tienen intereses en Benidorm ¿Los tiene usted?
¿Y usted no? Benidorm es patrimonio general de los españoles. Un coloso de ensueño, un oasis divino& ¿Qué le puedo decir? Es el número uno. Sí, sí, no insista, por favor, que yo no tengo dudas al respecto. Ya lo dijo Gaviria, en los primeros años setenta: De las ciudades de nueva creación, Benidorm es el rey. Claro que el Rey, entonces, no pasaba de Príncipe, y había quien decía que el futuro iba a ser republicano. O sea que la cosa hubiera sido más o menos así: Camaradas de España: de las ciudades de nueva creación, Benidorm es el Presidente de la República. ¿Y qué hubiera ocurrido entonces con el Carrasco, el Pardito de la calle Ruzafa, propiedad de don Pedro Zaragoza? ¿Se hubieran hecho viviendas protegidas en el ochenta y cinco?
A veces llegan barcos americanos, que anclan mar adentro, como en plan Amenábar. ¿Con putas? No, las putas vienen de Europa por cercanía laboral, menor desplazamiento y menor repercusión en el bolsillo de los consumidores, que está muy quebrantado por el petróleo.
Y las subprime No, sólo las controla
Y por Irak.
Es cierto, hay mucho golfo por ahí, y mucha guerra suelta.
Pero eso es otra historia. La realidad -a los efectos que nos conciernen- es que vienen muchísimos turistas ¿A Benidorm? Yes, yes, a Benidorm. O, si usted quiere, a Beni number one, como dijeron, al irse, los marines. ¿De veras? Pues no me había enterado yo de ese detalle. ¿Lo dejaron escrito en el cuaderno de bitácora? ¿Lo recogió la prensa para satisfacción pública del orgullo patrio?
Y también hay un géiser en Benidorm. El nombre es islandés y se pronuncia yiisa, ya ves tú. En la Tierra del hielo, los géiseres son termas como las burgas orensanas. El de Ginebra es frío y artificial, pero extremadamente bello, Está en el Lago Leman ¿El del monstruo? No, el del monstruo es Ness, el intocable.
En fin, que un géiser es una forma estética del agua ¿También el de Ginebra? Una expresión canalizada del optimismo humano ¿Lo comprende?
Y, yendo aún más lejos, una elocuente exaltación de lo aparentemente inútil de lo prácticamente prescindible. O sea: Un reconocimiento público de la necesidad perenne de la lírica.
Está junto al Canfali, en el mar, cerca del Castillo, acompañando a la belleza espléndida y sencilla de este lugar sin parangón, que se prolonga en callejuelas angostas e inclinadas, con edificios adosados de mucha sencillez y muy escasa altura. Un viejo pueblo marinero en el que ahora se amontonan -al servicio de la ciudad-, el negocio y la diversión que, dicho de otro modo, son la bolsa y la vida.
El aire levantino juega mucho con él y desparrama el agua en su caída, que es la caída libre de los cuerpos.
Oiga, y esa caída de los cuerpos ¿No se llama vejez?
En los meses más fríos, que son pocos y leves, la playa de Levante es un gimnasio esplendoroso para los jubilados del Inserso. Vamos, los que mantienen la ciudad en su lugar descansen. ¿Sabes acaso lo que ligan estos fenómenos de juventud recuperada en los bailes de sus hoteles? Pues eso es lo que gozan. Y lo que viven. Borges lo dijo de este modo: La vejez puede ser el tiempo de nuestra dicha
Por cierto, hay algunos hoteles que son de nueva planta. Los antiguos -allá por los sesenta- se hicieron bajo el mando del entonces Alcalde de la ciudad, Don Pedro Zaragoza, con su vara de almendro, sus propósitos de urbanización y una ferviente maquinaria que allanaba lo mismo bancales que asperezas
¿Todos se construyeron bajo sus órdenes? (me sigo refiriendo a los hoteles) Sí, señor, todos, para que aquellos cuatro ricos en vacaciones, aludidos por el autor de Años y Leguas, Gabriel Miró, no tomaran el baño disantero en exclusiva, sino en compartido hermanamiento con los pobres del mundo. Bendita sea la masificación. Bendito el overbooking Las playas eran grandes por la gracia de Dios
También está la Cruz, en Sierra Helada, para otear los horizontes naturales de la Marina Baixa: Altea, La Nucía, Finestrat Alfaz, Polop, Villajoyosa, Bernia, Ponoch, Aitana, Puig Campana&
Y, allá en el frente, no Estambul, sino el mar, las aguas marineras y transparentes, con esa hermosa isla nacida de una coz o de un tajo de espada, que nadie se ha atrevido a urbanizar, al menos por ahora. Tan sólo una persona, dicen, -y de esto ya hace tiempo- iba a cuidar allí de sus gallinas. Tenía un corralito tradicional, de muros en precario.
Pero tiene más cosas, Benidorm, como el propio edificio consistorial, del arquitecto José Luís Camarasa. Se lo han ganado al Parque de Laigüera. Y el Parque de Laigüera se lo ganaron antes al barranco del mismo nombre. Listos que son, y mucho. La banca gana siempre. No necesitas comprender, cada cual en su casa y las narices prietas, como las filas..
Y, como todo el mundo sabe, Bofill está presente en los entornos con un sello de tinte personal, adquirido en latitudes muy clásicas, muy nobles, muy al estilo de las viejas civilizaciones mediterráneas.
Y está también el Festival de la Canción, que tantas glorias le dio a nuestro país y tanto concitaba la atención y el entusiasmo de la gente. Sin duda fue un fenómeno social y musical muy en la línea del San Remo, de la admirada Italia. Naturalmente, salvando los kilómetros, y las canciones, los modugnos y los iglesias.
¿Qué queda hoy del festival, sino la persistente obcecación en mantenello? ¿No necesita una pequeña reconversión, una pasada por el constructivismo? ¿O vale con pegarle un puntapié, hechas las salvedades pertinentes con los respetos viejos?
Mi inseparable cicerone -ahora ya mi sombra- dice que la ciudad tiene un bonito Anfiteatro llamado Julio Iglesias, y un lujoso palacio de Congresos y una aureola celestial, pues Benidorm, -añade, y esto ya es pura metafísica-, fue el capricho de un dios sin identificar y, en todo caso, una inversión torera en las alturas, que es el terreno de los santos, los ángeles, los coros celestiales y ciertos jugadores de baloncesto, como Pau Gassol.
De momento no tiene a Calatrava, usurpado por Nueva York pero dicen que todo se andará. Tiene a Tomás González, tiene a Escario y a Ramón Luelmo y a Nombela&
Y tiene a Paco Llorca, un actor, un ilustre muerto, un rapsoda olvidado por el triste envilecimiento de la política.
¿Política? No, gracias. Vamos a tomarnos una hamburguesa para aguantar el peso de la noche, que se percibe duro. Luego iremos de marcha por ahí, hasta que el rayo del amanecer nos ciegue y nos acueste.
¿Y adónde vamos?
No sé, en Benidorm hay chiringuitos, o pubs o discotecas, en los que el grueso de la basca se expresa con sentido musical y cuerpo francamente desinhibido, alucina en inglés, se enrolla en italiano, trasuda en arameo y ama en lenguaje universal.
Y ríe y se retuerce y se descoca y deja en las aceras de la mañana, sus vivencias pasadas por alcohol.
Clarea el horizonte. Una vez más, la noche la llevan en los ojos -aparte de los búhos y los ciegos- aquellos que han sorbido la copa y el placer y han buscado la sombra entre las sábanas.
Las nubes se levantan con el sol mientras los pájaros descubren en el cielo los entresijos de la luz. Abajo, en los locales de los edificios, rugen las furias del comercio y se desatan, bruscamente, las tormentas del día. Queda abierta la veda de esa multiplicada actividad que la ciudad ofrece.
Y ofrece un parque de agua, un afamado observatorio de animales y de naturaleza, un equipo de fútbol, una plaza de toros, un puerto deportivo y la memoria perenne e imborrable, de una antigua almadraba.
¿Puede ofrecerse más?
Sí, claro, un tossal ibérico, una torre emblemática, un parque natural y un rosario largísimo de fiestas y casas regionales que ya quisiera Dios en el Edén y San Antonio en Alicante y Creus en Gerona.
Por último, brillando sobre todo lo demás, está la luz, la insobornable lamparilla mediterránea, el reflejo en el mar, los limpios resplandores del alba y el ocaso, el zarpazo feroz del mediodía&
Visajes y sudores. Tigres varados en los ojos. Cuerpos que se sumergen con la espada del sol clavada en el aliento. Sirenas que cabalgan largamente en los potros domésticos del mar Expresiones que emergen de la espuma con la felicidad azul recuperada
El sol y el agua, enemigos mortales entre sí, aliados necesarios de Benidorm cuando la vida se desnuda.
Perdone, amigo, ¿y usted no ha oído nunca hablar de Terra Mítica, dado que de modo sorprendente y para mi negra desesperación-, ni siquiera lo nombra en su caótico y esperpéntico recorrido? Por supuesto que sí, de hecho, en España no se habla de otra cosa. ¿Y quién hizo ese parque de animación y fantasía, ese Edén entre pinos luminosos, si es posible saber? Pues claro que es posible, señor Zaplana. ¿Pensaba usted que no le había reconocido, aun viniendo disfrazado de Compañía Telefónica Nacional?
Epílogo:
Benidorm es un dios urbanizado de la nueva mitología de los mortales. Es cierto que se alimenta de sus hijos, pero también lo es que nunca los devora del todo, sino que los envuelve y los convierte en polvo estimulante de sus playas de culto y devoción, agua limpia y arena, en las cuales -con gozo jamás disimulado-, se baña el dios del mar: Nereo.
Del libro: Las orillas del mar
Autor: Mariano Estrada Vázquez
lunes, 11 de mayo de 2009 a las 15:07
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