El catálogo de una subasta permite localizar una pieza del retablo de Villamediana
La Diócesis de Palencia ya tiene en su poder varias piezas de arte religiosos que fueron expoliadas en distintos puntos de la provincia y en diferentes momentos.
El delegado diocesano de Patrimonio, José Luis Calvo, calificó de «día de gozo» el vivido ayer tras recuperar estas numerosas y valiosas piezas, al tiempo que agradeció la labor de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que «velan y protegen nuestro rico patrimonio diocesano». Igualmente, felicitó a la Guardia Civil y a la Policía Nacional por las operaciones llevadas a cabo que han permitido devolver estas piezas a su lugar de origen. Algunas de estas operaciones están abiertas porque todavía hay obras por recuperar.
Una de estas piezas forma parte del grupo escultórico del retablo de Santa Columba, la parroquia de Villamediana, obra de Juan de Balmaseda, «el mejor escultor del primer tercio del siglo XVI», tal y como recordó el delegado diocesano quien también explicó que tiene otras obras destacadas en la catedral de Palencia.
La escultura devuelta ayer es un discípulo de Cristo con la corona de espinas y pertenece a una imagen que representa la Quinta Angustia.
Esta pieza pertenece al grupo del Descendimiento que fue sustraído en 1995. Ese mismo año se recuperó, a falta de esta imagen, el resto del grupo escultórico, y es que la recuperada ayer fue separada del resto y sustituida por otra y tres años después era entregado a la Diócesis.
La escultura fue recuperada tras ser detectada en el catálogo de una Sala de Subastas de Madrid y podría haber alcanzado un alto valor.
http://www.diariopalentino.es/noticia.cfm/Local/20100318/catalogo/subasta/permite/localizar/pieza/retablo/villamediana/6D56885C-C0BD-D7B2-2DC86CC9E6C5F412
martes, 07 de septiembre de 2010 a las 17:27
|
Las fiestas de Villamediana
Las redes sociales, los móviles, el fijo o el boca a boca cumplen esos días la misma función:
- ¿Vais a ir a las fiestas del pueblo este año?
- Por supuesto, no nos las perdemos.
- Bueno, pues allí nos vemos.
Son el 3º fin de semana de agosto y no están dedicadas a ningún santo en concreto porque el pueblo no tiene, pero tiene un Beato S. Francisco que hace las veces; minucias sin importancia porque de lo que se trata es de celebrar lo que todos conocemos como LAS FIESTAS DEL PUEBLO.
Todos reservamos esos días aunque estemos de vacaciones en la playa, en la montaña o en un país exótico. Las fiestas cumplen con una acción imán y cual tornado nos empuja en una sola dirección. Incluso los que ya están en el pueblo esperan el encuentro con las fiestas, porque vacaciones y fiestas no es la misma cosa. En fiestas nos afirmamos como pueblo, nos sentimos orgullosos de pertenecer al mismo y con nuestra participación lo manifestamos.
Todo el pueblo, pero sobre todo la plaza con el paseo flanqueado por plataneros se convierte en un escenario de ocio muy diferente al de cualquier otro día, porque todo está impregnado con el pálpito de la fiesta y nos encontramos personas que no nos vemos desde el año anterior o que nunca nos hemos visto y nos saludamos y tomamos algo juntos charlando en amigable compañía.
Se preparan con una gran paellada popular y empiezan tras el pregón y el chupinazo, en torno a una gran hoguera que los más atrevidos se atreven a saltar; mientras tomamos un chocolate caliente el tamboril y la dulzaina amenizan sin parar y los cohetes esporádicamente retumban en los cielos para anunciar la fiesta. Por la mañana las campanas repican a la par de las castañuelas de l@s danzant@s que en la misma iglesia se tienen que saludar. Las verbenas amenizan la noche haciendo bailar hasta a los que nunca lo hacen y para los disfraces se improvisa o se rebusca en los baúles de antepasados que siempre algo se va a encontrar, porque en fiestas todo vale si se adereza con gracia y se sabe llevar. Los que más aguante tienen ven todos los días amanecer en la peña o en alguna bodega, la fiesta no se interrumpe, las chuletillas, el chorizo asado o el torrezno, regados con un buen vino, ayudan a recuperar fuerzas. La música, los juegos populares y los campeonatos de mus y tute tienen enganchada a la afición y todos quieren ganar la partida, pero solo una pareja se lleva el jamón. Los fuegos artificiales y la traca nos anuncian su final y la gente se despide comentando este año ha habido más gente que nunca y en la mente de todos están las próximas en las que nos volveremos a encontrar.
martes, 07 de septiembre de 2010 a las 14:49
|
Villamediana de Valdesalce
Villamediana
El cauce del arroyo de los Pastores hoy entubado, ha abierto un valle entre cerros orientado hacia el sur, a la vega formada por un gran meandro del Pisuerga que, cual dama acicalándose, discurre lento por estos lares, para presentarse en la ciudad de Valladolid como corresponde a su condición y categoría.
El pueblo lo forma una secuencia de casas en perfecto mimetismo con el entorno, encajadas con calzador allí donde el valle empieza a abrirse, en línea con el mayor de los cerros llamado EL Cerrillo; diminutivo cariñoso y con el que manifiestan los lugareños, a la vez, ser conocedores de otras dimensiones ajenas al entorno. Este Cerrillo vigilante y protector con sus grandes ojos hechos a base de golpes y explosiones, amplias fauces formadas para extraer el rico yeso de sus entrañas, protege y asusta a algún enemigo imaginario; no del peligro real de aquel que a traición, arrastrándose, puede inundar puntualmente lo que por su aridez y sequedad es impensable imaginar.
Esbelta y señorial, la iglesia se levanta airosa en la ladera de un cerro desde el que domina el caserío. Con sus tres naves, bóveda de crucería y torre a los pies, así como la joya de su retablo; nos habla de grandezas pasadas, de historias de templarios, de tierra rica y productiva, de rangos de nobleza. Al contemplarla no es difícil intuir una Villamediana legendaria, el ir y venir de canónigos ensotanados, oír el repique de las campanas marcando con sus sones los distintos momentos de la vida de los ciudadanos, el traqueteo de los carros de mulas y caballos ascendiendo con el diezmo por el camino empedrado, citas secretas, encuentros de conjurados, murmullos de mensajeros en la noche.
El cereal, la lana y el vino dieron de comer a este pueblo y sobre todo el afán de superación de sus gentes, apenas se ve un palmo de terreno sin cultivar. Enormes tierras fértiles, casi llanas o suavemente onduladas, cuyo aspecto varía con las estaciones y el ciclo del cereal: en primavera todo el campo verde transmite frescor, belleza y amabilidad; en verano, todo envuelto por la monotonía de los rastrojos bajo un sol justiciero, hace que se estanque el tiempo, roto únicamente por el zumbido de algún moscardón que cual mensajero cruza veloz para desaparecer al instante.
Fue y sigue siendo una villa fundamentalmente de labradores orgullosos de serlo, con un alto sentido del honor, todos los propietarios eran iguales sin estar sometidos a ningún feudo, de ahí que hayan desarrollado un gran sentido de la libertad, de la independencia, de la toma de decisiones y de la resolución de sus propios problemas. Gentes adustas, serias, curtidas por el paso de los años como lo están sus tierras por las rejas del arado.
viernes, 29 de febrero de 2008 a las 18:56
|