Una atalaya en las llanuras.
La reforma del mirador de Campos ha conseguido incrementar el flujo de visitantes a Autilla del Pino. DP. SORAYA DE LAS SÍAS S. S./AUTILLA DEL PINO
La sensación es casi inexplicable. Se abren los brazos en cruz y desde allí se pueden abarcar ilusoriamente las inmensas llanuras terracampinas. Desde allí, la silueta humana es insignificante en medio del enorme lienzo de tintes marrones y grises. Desde allí, las vistas no pueden reflejar mejor el carácter agrícola de la comarca.
A poco más de 800 metros de altitud, el mirador de Autilla del Pino, más conocido como el mirador de Tierra de Campos, se ha convertido en el punto dominante y atalaya del sur de la provincia palentina. Es el enclave al que se dirigen centenares de personas para disfrutar del paisaje o del atardecer. «A cualquier hora que pases te puedes encontrar con personas mayores del pueblo que han subido a dar un paseo y se han quedado charlando; a grupos de jóvenes tocando las guitarras y disfrutando de la puesta de sol, a ciclistas y viajeros que hacen un alto en el camino para disfrutar de las vistas, que en los días claros dejan como protagonistas a más de treinta pueblos de la comarca», señala el alcalde de Autilla del Pino, José Manuel Hernando Masa.
Conscientes del reclamo turístico del mirador, de la cercanía a la capital palentina y de la posibilidad de convertir a la localidad en uno de los vértices turísticos de esta zona, junto con Ampudia, el Ayuntamiento de Autilla y la Diputación de Palencia pusieron en marcha en el 2005 la reforma del mirador para potenciar su atractivo.
De este modo, la explanada que había antes se ha transformado en una plataforma semicircular de hormigón, con un muro en el medio que se eleva en su parte central, y un paseo inferior con bancos y paneles indicativos de los pueblos que se visionan desde lo alto. Las obras se han completado con un aparcamiento, en un terreno cedido por el Ayuntamiento. El coste total ha superado los 260.000 euros, pero se había conseguido dar un nuevo realce al mirador y aumentar las visitas. «A pesar de que no se ha ideado en el proyecto un seguimiento detallado de las visitas, sí podemos afirmar que la reforma ha atraído a numerosos curiosos, especialmente en el verano, en el que ha habido días que han llegado varios autobuses», apunta el regidor.Ladera abajo del mirador se encuentra otro de los reclamos de Autilla del Pino: sus bodegas. Antaño fueron utilizadas para la elaboración del vino, pero desde la década de los setenta quedaron relegadas a merenderos.
No obstante, no son éstas las únicas construcciones típicas de Autilla, ya que en las eras aún quedan en pie las típicas picotas. Son construcciones en piedra de planta circular y rematadas por una cúpula, en las que los labradores guardaban aperos de la labranza o hacían incluso un hueco para resguardarse del calor del verano mientras realizaban las labores del campo y el cansancio apretaba.
Para no olvidar estas actividades y otras muchas relacionadas con la esencia agrícola de Tierra de Campos, el Ayuntamiento de Autilla decidió en 1994 acondicionar las antiguas escuelas y convertirlas en un museo etnográfico. Tras varias charlas con los vecinos, se emprendió una campaña de recogida de viejos útiles de labranza, como trillos, carros o beldadoras; herramientas de diferentes oficios; adornos; piezas de indumentaria o juegos tradicionales, como la rana, la tanga o los bolos. Así se llegaron a rescatar de los desvanes 500 piezas, que después se limpiaron y restauraron.
Años después, el volumen de objetos recogidos era tal que se construyó un nuevo edificio para albergar el museo y facilitar las visitas, sobre todo de escolares. Hoy en día, la galería es promoción para Autilla, y de ahí que la Asociación de Amigos del Museo, que preside José Manuel Hernando, haya pensado en la edición de un libro, de un DVD y de diverso material didáctico «como las salidas más oportunas para atraer más visitas al museo etnográfico y a la localidad», según señala su presidente.
---------
Entre las bodegas y las picotas, un recuerdo a los trabajos del campo
La sensación es casi inexplicable. Se abren los brazos en cruz y desde allí se pueden abarcar ilusoriamente las inmensas llanuras terracampinas. Desde allí, la silueta humana es insignificante en medio del enorme lienzo de tintes marrones y grises. Desde allí, las vistas no pueden reflejar mejor el carácter agrícola de la comarca.
A poco más de 800 metros de altitud, el mirador de Autilla del Pino, más conocido como el mirador de Tierra de Campos, se ha convertido en el punto dominante y atalaya del sur de la provincia palentina. Es el enclave al que se dirigen centenares de personas para disfrutar del paisaje o del atardecer. «A cualquier hora que pases te puedes encontrar con personas mayores del pueblo que han subido a dar un paseo y se han quedado charlando; a grupos de jóvenes tocando las guitarras y disfrutando de la puesta de sol, a ciclistas y viajeros que hacen un alto en el camino para disfrutar de las vistas, que en los días claros dejan como protagonistas a más de treinta pueblos de la comarca», señala el alcalde de Autilla del Pino, José Manuel Hernando Masa.
Conscientes del reclamo turístico del mirador, de la cercanía a la capital palentina y de la posibilidad de convertir a la localidad en uno de los vértices turísticos de esta zona, junto con Ampudia, el Ayuntamiento de Autilla y la Diputación de Palencia pusieron en marcha en el 2005 la reforma del mirador para potenciar su atractivo.
De este modo, la explanada que había antes se ha transformado en una plataforma semicircular de hormigón, con un muro en el medio que se eleva en su parte central, y un paseo inferior con bancos y paneles indicativos de los pueblos que se visionan desde lo alto. Las obras se han completado con un aparcamiento, en un terreno cedido por el Ayuntamiento. El coste total ha superado los 260.000 euros, pero se había conseguido dar un nuevo realce al mirador y aumentar las visitas. «A pesar de que no se ha ideado en el proyecto un seguimiento detallado de las visitas, sí podemos afirmar que la reforma ha atraído a numerosos curiosos, especialmente en el verano, en el que ha habido días que han llegado varios autobuses», apunta el regidor.Ladera abajo del mirador se encuentra otro de los reclamos de Autilla del Pino: sus bodegas. Antaño fueron utilizadas para la elaboración del vino, pero desde la década de los setenta quedaron relegadas a merenderos.
No obstante, no son éstas las únicas construcciones típicas de Autilla, ya que en las eras aún quedan en pie las típicas picotas. Son construcciones en piedra de planta circular y rematadas por una cúpula, en las que los labradores guardaban aperos de la labranza o hacían incluso un hueco para resguardarse del calor del verano mientras realizaban las labores del campo y el cansancio apretaba.
Para no olvidar estas actividades y otras muchas relacionadas con la esencia agrícola de Tierra de Campos, el Ayuntamiento de Autilla decidió en 1994 acondicionar las antiguas escuelas y convertirlas en un museo etnográfico. Tras varias charlas con los vecinos, se emprendió una campaña de recogida de viejos útiles de labranza, como trillos, carros o beldadoras; herramientas de diferentes oficios; adornos; piezas de indumentaria o juegos tradicionales, como la rana, la tanga o los bolos. Así se llegaron a rescatar de los desvanes 500 piezas, que después se limpiaron y restauraron.
Años después, el volumen de objetos recogidos era tal que se construyó un nuevo edificio para albergar el museo y facilitar las visitas, sobre todo de escolares. Hoy en día, la galería es promoción para Autilla, y de ahí que la Asociación de Amigos del Museo, que preside José Manuel Hernando, haya pensado en la edición de un libro, de un DVD y de diverso material didáctico «como las salidas más oportunas para atraer más visitas al museo etnográfico y a la localidad», según señala su presidente.Próximo pueblo: Mazariegos
viernes, 17 de febrero de 2006 a las 0:00
|