VALENTON DE ESPATULA ( PUMUKI )
Así definiría Quevedo, don Francisco de, a cierto personajillo del pueblo. De valentón de espátula. Y, además, gregüesco. Su espada es el talante de afilada lengua y de mala acción. Gregüesco, por su indumentaria que esmera hasta embaucar. Los valentones gregüescos y con espátula tienen eso que parodiaba Quevedo: ladran cuando el amo es fuerte y el oponente, infeliz, y se marchan con el rabo entre las patas cuando quien les hace frente tira de la espada de la autoridad moral. Pumuki, es un duendecillo creado por Ellis kaut ( Wikipedia ) un valentón quevediano. Exprime a los que puede y se arrastra ante quienes no debe. Es así este Pumuki que alardea porque se rodea de alcahuetes que le sirven de parapeto ante ataques externos. Así es este rufian de mala jaez que juega con el pueblo como el ludópata tira por la borda de su enfermedad no reconocida el pan de sus hijos. Habrá quien le plante cara ante tanto destrozo. Cuando tal ocurra, qué hará Pumuki. Lo mismo que el bravucón: irse a casa. Con el rabo de lagartijas coleteando tras desprenderse del cuerpo. Manifiesta a escondidas que metió mano en la caja la anterior comisión Huye despavorido cuando sale en tema en el txoko. ¿Cínico o hipócrita? Un cínico no es sino un descarado hasta lo obsceno o un mentiroso desvergonzado o un despreciable defensor de prácticas vituperables. Por su parte, el hipócrita es el que actúa de una manera en público y de otra contraria en privado. El cínico se ve, pues venir, en tanto sus defectos son conocidos, mientras el hipócrita deambula entre acciones de simulación, en las que muestra sólo lo que le conviene, y entre gestos de disimulo, en los que oculta lo que le interesa. Aunque ambos arquetipos se instalan en el engaño, el cínico presenta una cierta base filosófica en oposición al hipócrita en el que la moralidad se ofrece como sucia pantalla de ficción.
Como tituló Summers una de sus películas más conocidas: adiós, cigüeña, digo Pumuki, adiós. No te olvidaremos, pero no te echaremos de menos. Un saludo.
sábado, 18 de septiembre de 2010 a las 18:10
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CON TRASTOS DE DISPUTACION
En otro tiempo, con las monarquías autoritarias y absolutas, los contratos celebrados por la Corona con particulares se regían por la necesidad ineludible de garantizar la seguridad jurídica. En este sentido hay que situar las Capitulaciones de Santa Fe suscritas por los Reyes Católicos con Cristóbal Colón antes de su primer viaje a América. En el siglo XIX, las ideas liberales introdujeron algunos cambios en materia de contrato.
La promulgación en 1995 de la Ley de Contratos pretendió un objetivo cercano que salpicaba de corrupciones a más de un pillo de la hégira social. Se trataba de frenar la contratación directa y abortar la proliferación de mangoneos. Pero la propia ley elaboraba su propia trampa. ¿Y por qué? Porque lejos de coger el toro por los cuernos (erradicar la corrupción y procurar un marco de transparencia), la Ley abrió una serie de grietas entre las que se escapaban los manejos de tantos pícaros que en el mundo son. Por ejemplo, la Ley es de aplicación plena, pero también parcial, mínima e incluso simulada y diferida. Pero lo peor es que fuera de esta Ley se ha quedado el denominado contrato patrimonial que incluye, entre otros negocios, el del arrendamiento de bienes inmuebles. ¿Cómo se regula, entonces, este negocio jurídico del arrendamiento? Se remite a la legislación patrimonial de las Administraciones Públicas, fórmula legislativa manifiestamente degenerada en cuanto permite la contratación directa prescindiendo de la subasta pública siempre que el contrato sea de importe inferior acierta cantidad de euros. ¡Qué oportunidad -¿o no era sino una argucia?- se perdió para encauzar en la transparencia a la propia ley del Patrimonio del pueblo !
Con todo, y pese a lo expuesto, todo contrato firmado por una Administración Pública o su representante y un particular (la persona que arrendó el txoko) se ha de regir por el art. 1.261 del Código Civil que establece como requisitos la existencia de consentimiento (al parecer, resulta obvio porque ninguna de las partes se ha quejado; por el contrario, han manifestado su matrimonio en silencio cómplice), de objeto cierto (parece que lo hay por más que se sospeche, dado el mutismo oficial, que se haya podido violar la prohibición de fraccionamiento del objeto de este contrato), de causa (aquí ya mis dudas son más palpitantes porque tengo la casi certeza de que el arriendo del txoko no es necesario para fines de servicio público y que de esta manera se recoja en el expediente, en el que se ha de explicitar los motivos de su mejor calidad, de su mayor economía o de la adecuación de plazos) y de precio (se entiende el más adecuado al mercado, lo cual, de nuevo, nos lleva a la sospecha de la corrupción en tanto la opacidad ha presidido el proceso).
Más preguntas planean sobre el negocio contractual del txoko. Por ejemplo: ¿Qué posición ha adoptado en torno al txoko la junta administrativa o su representante, en cuanto a posibles discrepancias sobre gastos u ordenación de pagos, sobre presuntas irregularidades en la documentación justificativa, acerca de posibles omisiones de requisitos o trámites esenciales, etc.? La legislación prescribe que la falta de habilitaciones previas provoca, en principio, incluso su nulidad de pleno derecho. ¿Y qué ocurre con el contratista, el arrendador, cuya figura ha suscitado ciertas controversias en algunos corrillos del pueblo? Así, me planteo cuestiones diversas enumeradas en algunas de las prohibiciones de contratar que se enuncian en el art. 20 de la Ley de Contratos: si está incurso en condena firme por delitos como el de falsedad, de información privilegiada, etc., o si su empresa ha sido declarada en quiebra o figuras análogas (concurso de acreedores), o si ha sido declarado culpable por la resolución firme de cualquier contrato celebrado con alguna Administración, o si ha sido condenado, en firme, por delito contra la seguridad en el trabajo, o si está al corriente de cumplimiento con Hacienda o con la Seguridad Social,... Y, en definitiva, ¿se ha preocupado la junta administrativa, con la diligencia exigible, de cerciorarse de que el contratista no ha incurrido en prohibición alguna requiriendo el correspondiente testimonio judicial o la pertinente certificación administrativa? Por último, por ahora porque el tema colea, ¿se ha acreditado la solvencia económica, financiera y técnica o profesional que se precisa para celebrar contratos?
Demasiadas preguntas para tanta parálisis labial. Hay silencios que matan. Espero que no a mí, que hablo con toda la claridad que puedo. ¿O también por eso?
sábado, 11 de septiembre de 2010 a las 13:33
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EL VIEJO Y EL GALLO
Si dominas el tema, las palabras vendrán solas, escribía Marco Porcio Catón, el Viejo, casi dos siglos antes de que Cristo naciera. El Viejo Catón. Como el Viejo Plinio. Como Pieter Brueghel el Viejo. Grandes hombres. Viejos, que no ancianos.
Las broncas se las lleva el viento; las cornadas se las lleva uno. Palabras de frontispicio del gran Rafael Gómez El Gallo . Artista el Gallo. Gallos. Machos de colorido plumaje y de torvo pico. Anunciadores del alba y sepultureros del sueño. Gallos. Gallinas.
No es verdad que la vida ponga a cada uno en su sitio. Al menos, no es advertible este hecho. El gobernante no es un gallo, pero gallea. Gallea cuando presume y gallea cuando se enfurece. Furia y vanidad caracterizados de bonancible talante. Hace gala de sus publics relations para esconder al rufián malcarado que lleva dentro. Dice querer pero cae en la autolatría. No es mesías, porque serlo comporta un impulso de generosidad. Es un diosecillo que simula amar al prójimo cuando, en realidad, el prójimo le es ajeno. No alza la voz, pero amenaza. No grita pero su mirada iracunda delata sus chillidos. El gallo de pelea es una fina gallina que cacarea al tiempo que adivina el rostro del lobo u olisquea al zorro que acecha.
No es verdad que el diablo sepa más por viejo. Sabe más por su naturaleza maligna. Ser viejo le añade un plus de malignidad. X es el viejo que sitúa al gallo en un gallinero especial. Al de fuera que entorpece ha de aplicarse el principio de complicidad sectaria. Es el campanero que amplifica la voz del gallo, que afila sus espolones y que se edifica como malecón para contener las aguas del pueblo a punto de sublevarse
El Viejo y el Gallo. El Gallo y el Viejo. Par de dos. Dicen que los animales aprenden gracias a sus genes. No es así. Aprenden de lo que a su alrededor ven. De las compañías que frecuentan. No son lo que son ni perviven en razón de la madre que los parió ni del padre que inseminó ni de la familia que les acogió. No. La maldad no suelen descubrirla en su círculo natal. La adquieren al abandonar el nido y comprobar que la protección de sus primeros desapareció. Son Moisés desagradecidos que crecieron como Judas. Odian a los mesías que en el mundo andan porque su espejo les devuelve la fealdad de sus acciones.
Son bien nacidos, el Viejo y el Gallo, aunque no sepan agradecer. Tienen el alma tullida y el corazón intruso porque les repugna la verdad. Sonríen venenosos. La traición de las especies en ellos se escenifica. El gallo no canta porque algo tiene en la garganta que le ahoga. El viejo es usado y roto. Descosido uno, enmudecido el otro. Dos en uno. Uno por dos. El viejo y el gallo. El gallo y el viejo. El pueblo de nuestros amores filiales y fraternos no puede estar en manos de esta gente. No puede. Ni debe. Pero está. Ay.
Un saludo.
sábado, 11 de septiembre de 2010 a las 13:22
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EL BUITRE
En la cadena trófica, el buitre ocupa un lugar importante. La actividad de esta rapaz carroñera en un ecosistema refleja el grado de conservación de un patrimonio natural. En el patrimonio social, el buitre indica cosa distinta. Y opuesta. Social. Representa el triunfo del desvalor frente al esfuerzo, el arribismo oportunista y despiadado contra la buena fe del que hace del trabajo su único modus vivendi. Natural y social. Sepan que en el mundo de la economía, los buitres son fondos de capital riesgo que invierten en la deuda pública de una entidad débil o casi en bancarrota. Ay la bolsa. Ay la deuda. Ay el pueblo. Entre lo natural y lo social. Ay.
En la vida política, el carroñerismo se adueña de grandes ámbitos de poder. Se forman auténticas bandas de estas rapaces bípedas e implumes. Se las considera agrupaciones ignorantes, miserables e incompetentes. Incompetentes porque no pueden más que aprovecharse de la muerte ajena. Miserables, en cuanto quieren la destrucción del entorno. Ignorantes, puesto que no conocen otra forma de ganarse la vida. Querer, poder y saber. Cualidades encomiables si se dirigen al bien común y despreciables cuando se orientan al exclusivo, y excluyente, interés propio.
Rapaces carroñeras son, por ejemplo, las personas penosas que se alimentan de la muerte intelectual de los ciudadanos y devoran su seso. Carroñeras son las personas que hacen del mal ajeno la fuente nutritiva de sus estómagos omnívoros. Como buitres vulgares se comportan personajillos mediáticos que animan los más bajos impulsos (muerte, dolor, desgracias y un largo etcétera) con la aviesa intención de aumentar el ego y, al tiempo, abultar la cuenta de resultado personales.
La carroña se ceba, pues, sobre todas las clases sociales aunque incide especialmente en los más desvalidos. Ni siquiera se constituyen en vehículos de cultura o de educación. Salvo que los pájaros dirigentes del ente consideren como tales dos dias de fiestas de coplas rancias, tres platos de intestinas vidas de ancianos o tres tapas de deportes varios.
Si les faltara el alimento, los buitres de la sociedad perecerían en la inanidad de su esencia. Tendrían que ponerse a trabajar en algo productivo. Depredan la carne muerta. O la que está a punto de fenecer.
Que otro sea malo, no quiere decir que usted sea bueno. A que no. No olvide que en una democracia, ¿le suena?, si reina la opacidad, el partido deviene banda, el gobernante, mamarracho, y el imperio de la ley cede ante la ley de la mafia. Es preciso limpiar la sociedad, que no la naturaleza, de aves carroñeras y de otros animales de esa especie.
Un saludo
jueves, 03 de junio de 2010 a las 18:02
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FIESTAS 210
ESTE AÑO,ES EL CUARTO DESDE QUE LA ANTERIOR COMISION, NOS DEJO EN PELOTAS PARA SEGUIR CON LAS FIESTAS Y SUS DEMAS JUEGOS ETC.
CEDIENDO UN DINERO QUE NO ERA DE ELLOS A LA JUNTA VECINAL, Y NO A LOS GESTORES SIGUIENTES COMO DEBIERA DE HABER SIDO Y COMO ELLOS LO EXIGIERON A LOS QUE A ELLOS LES CEDIERON LA COMISION.
CON UN GRAN ESFUERZO Y EL PESAR DE CHARO Y EL FARY, SALIMOS DE LA NADA EN QUE NOS DEJARON E INCLUSO LLEGAMOS A MONTAR UNAS FIESTAS MEJORES QUE LAS ANTERIORES.
SI QUEREIS, TAMBIEN VOSOTROS DOS ESTAIS INVITADOS ESPECIALMENTE A COMER DE GORRA COMO OS GUSTA.
domingo, 28 de marzo de 2010 a las 15:50
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