Mileles
Como no tenía suficiente espacio en el artículo anterior. Quiero aclarar mi comentario: Nuestro pueblo existe desde la época de los árabes, ha sido un completo desconocido para todos, mientras les ha sido necesario, casi siempre para mal (guerras). Si ahora las redes sociales nos han hecho "nacer" al mundo, pues enhorabuena y adelante.
domingo, 12 de mayo de 2013 a las 21:13
|
|
Mileles
No dejo de ver una vez y otra el vídeo que ha hecho Castilla la Mancha. Y tengo el corazón dividido entre alegrarme por reunirme con mi gente y mis raíces y cabrearme visto desde fuera. Parece las antiguas "crónicas de un pueblo". Nuestro pueblo es más que una crónica de caza, o un simple paseo por los alrededores con personas que ni les va ni les viene lo que haya ocurrido en nuestros hogares hace cuarenta años. O ya no os acordáis de lo que sufrieron nuestros padres y abuelos. Nadie se acordaba de nosotros cuando nos alumbrábamos con carburo o llevábamos los pantalones de pana remendados, ahora nos exponen como algo extraño a punto de extinguirse. No os lo toméis a mal los del pueblo, pero desde aquí lo veo así. Saludos, y perdón al que no le guste mi comentario. Wifredo Santos Aceituno.
domingo, 12 de mayo de 2013 a las 20:41
|
|
Mileles
Después de algún tiempo, nos trasladamos a otra finca llamada el "Arreciao" aquí vivíamos en un chozo hecho de paja cosida en manojos sobre una estructura de madera de palos flexibles que mi padre había cortado y desbrozado previamente. El suelo era de tierra pero mi madre ponía lanchas de pizarra para que no hiciera polvo, en el centro un circulo de piedras marcaba el lugar donde se hacía el fuego, en uno de los lados estaba la cama hecha de estacas de madera y clavadas al suelo, a la cabecera estaba la cuna de mi hermano y que consistía en una panera de corcho clavada con jarones secos afilados con la navaja, lo que hoy serían los clavos. Cuatro cacharros de cocina colgaban del armazón de madera, junto a dos cantaros para el agua, la mochila, los zahones y los leguis de mi padre.
martes, 06 de noviembre de 2012 a las 16:25
|
|
Continuación del relato
Nunca pude saber si era cierto o no, que mi padre no podía terminar su comida, pero a mí me sabía a gloria aquel trozo de pan duro. Mi madre fue una mujer luchadora, valiente, tenaz y enérgica a veces en exceso. Pero ¿qué madre no lo era entonces?. Vivíamos en una finca llamada "El Burdel" no me preguntéis el porqué de este nombre porque yo tampoco lo sé. Era un caserón tipo barracón en medio del campo, a la entrada había unas pesebreras para los animales, donde siempre había unas enormes bolas de sal lisas como el cristal de las lamidas de las bestias.
domingo, 07 de octubre de 2012 a las 19:04
|
|
Mileles
Nací en este pueblo un día gris y frío del mes de Diciembre, en la casa que mis padres tenían alquilada en la plaza. (Lo sé porque yo estaba allí, acababa de nacer). Llegué al seno de una familia, digamos que para no herir susceptibilidades, humilde que es una manera fina de decir pobre, como la mayoría en aquella época en nuestro pueblo.
Siempre fuí de constitución débil y enfermiza pero en honor a la verdad nunca se me concedió favor alguno a la hora de colaborar en la tareas de la casa.
Mi padre fué un hombre bueno, era mi amigo, siempre me quiso a su manera a veces no tenía para comer pero me guardaba los coscurros de su pan, porque sabía lo mucho que me gustaba buscar en el fondo de su mochila por las tardes cuando regresaba a casa y siempre decía que mi madre le hechaba demasiado y no se lo había podido terminar.
Saludos.
Continuará...
domingo, 04 de diciembre de 2011 a las 17:41
|