Historia
Perteneció desde su reconquista a la jurisdicción de la villa de Alcolea de Torote. Junto a élla, fue primero del señorío del Monasterio de La Vid, cercano a Aranda de Duero. Pasó en 1311 a poder de las monjas de Santa Clara de Guadalajara, quienes por no saber gobernarlo lo cedieron a censo al Arzobispado de Toledo, en 1332. Desde entonces Galápagos permaneció en la jurisdicción de dicha villa de Alcolea y en el señorío de los arzobispos toledanos. En 1430 el rey Juan II concedió las tercias reales que debería pagar este pueblo al monasterio de Lupiana. En 1585, Felipe II lo eximió de su anterior sometimiento jurisdiccional y señorial, dándola el título de Villa. En 1698, el Concejo vendió la villa a don Juan de Orcasitas y Avellaneda, conde de Moriana del Río, en cuya familia permaneció largos años. En 1752 era señorío de doña Violante del Castillo, condesa de Moriana. Un reciente libro escrito, hace ahora dos años, por José Antonio Calvo Torija, y que titula ?Galápagos, un lugar en la cañada? nos ofrece con amplitud la visión histórica, panorámica, de esta villa, siempre relacionada con el paso de los ganados por las orillas del serrano río Torote
jueves, 05 de octubre de 2006 a las 11:15
Enviado por Christian Marchan Mayor
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Monumentos
En su plaza mayor, formada de sencillas construcciones al-deanas, de estilo campiñero, destaca en su extremo noroeste el gran palacio de los condes de Moriana, o de Villadarias, como le llaman los naturales. Se trata de un magnífico ejemplo de palacio barroco, con una fachada de un solo piso, en cuyo centro luce portada tallada en piedra con adornos barrocos y gran escudo nobiliario. A los dos extremos de dicha fachada se levantan sendas torres, en la más oriental de las cuales se ven dos relojes tallados: uno de sol y otro de luna. El edificio, presenta otros interesantes detalles decorativos, a base de escudos, grandes ventanales con rejas de la época, etc. Su interior está muy bien conservado. La iglesia parroquial de Galápagos tiene por advocación la Cátedra de San Pedro en Antioquía. Consta del cuerpo del edificio, con gran nave, crucero y ábside. Al exterior muestra una alta torre de fábrica de ladrillo y sillarejo. A mediodía destaca el atrio, formado por seis esbeltos arcos semicirculares sobre apoyos de basas, columnas y bellos capiteles renacentistas. En las enjutas, medallones, y a lo largo de ellas la siguiente inscripción: ES/TA OBR/A SE A/CABO/AÑO/DE MD/XL/AÑOS. Por la época de construcción y el estilo de traza, talla y capiteles, es perfectamente atribui-ble a Pedro de la Riba, maestro que trabajó en varios pueblos de la Alcarria a comienzos del siglo XVI. Cubre este atrio un senci-llo y bello artesonado de la época. El ábside de este templo, a base de arcos de ladrillo ciegos, imitaba la tradición mudéjar de la zona; una reciente restauración lo ha rehecho por completo, desvirtuándolo. En el interior del templo, de nave única, sor-prende una magnífica techumbre mudéjar de par y nudillo.
jueves, 05 de octubre de 2006 a las 11:14
Enviado por Christian Marchan Mayor
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