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Lezuza

Albacete - Castilla-La Mancha

SITIOS DE INTERES

Aquí te mostramos sitios que tienen interés para visitar o conocer en Lezuza y, para ampliar horizontes, también en las localidades mas cercanas.

Si conoces alguno, puedes enviarnos lugares que merezca la pena visitar en Lezuza, no lo dudes. Puedes complementar la información con una fotografía y con un enlace a alguna página Web que trate sobre dicho lugar.

 

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Casa de la Tercia, Lezuza

Casa de la Tercia, Lezuza

Es este un edificio de grandes dimensiones, y actual uso privado. Presenta una planta rectangular en dos alturas, con encalado exterior, observándose un profuso uso de sillares escuadrados tanto en esquinas como en la entrada principal, aunque los alzados son de tapial. A la derecha de la puerta principal podemos ver una reja de grandes dimensiones, correspondiente al momento de construcción del edificio.
Significativa es la presencia, en la esquina noroeste, de un sillar con inscripción honorífica de época romana.
El edificio era propiedad de la Iglesia, destinado a recoger los impuestos denominados Diezmos y Primicias. Los Diezmos eran la décima parte de los frutos que debían pagar los vecinos; y las Primicias eran los primeros frutos obtenidos. Estos impuestos de la Iglesia de Lezuza se repartían entre el Arzobispado de Toledo, los canónigos de la parroquia, el Colegio Mayor de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá y al Monasterio de El Escorial. Ya en el siglo XIX, tras la desamortización de los Bienes eclesiásticos, el edifico es comprado por D. Gabriel Fernández, Sacristán Mayor de Lezuza, que además adquiere en las mismas fechas el edificio de la Ermita del Santo Cristo.
Tal y como indican Fernández Serrano y Valiente Pelayo (FERNÁNDEZ-VALIENTE, 2005, pp. 13-15), la vivienda es el reflejo de una sociedad rural de base agraria, configurándose como un espacio eminentemente funcional. Así consta de dos áreas claramente diferenciadas; una zona de hábitat y una o varias zonas de servicio. Normalmente la edificación se resuelve en dos alturas, quedando la segunda como cámara, a la que se accede mediante escaleras ubicadas bien en el área de hábitat, bien en un área de servicio, siempre en el interior de la construcción.
La principal característica de los materiales empleados en la construcción es su escasa elaboración, rara vez se encuentra algún intento por remoderar la materia prima. Suelen ser materiales propios del entorno inmediato, primando siempre en su elección la facilidad de obtención, su coste y la proximidad al punto donde van a ser utilizados. Así observamos la reutilización de elementos constructivos procedentes de la anexa Iglesia Parroquial, que a su vez proceden del cercano yacimiento arqueológico de Libisosa, por ejemplo la inscripción de pedestal honorífico y seguramente la sillería de la cadena de la estructura. A los mismos términos corresponde la ejecución de los alzados con tapial, ya que los pozos se ubican en el entorno inmediato de la población, en suelo de uso publico.
Para la ejecución de un alzado de tapial se requiere un equipo mínimo que consiste en cuatro costales, un número indeterminado de fronteras y tapias, una aguja, un pisón y un número indeterminado de palas, picos y capazos. La composición de los equipos de trabajo, según Temes y Barrios (TEMES-BARRIOS, 1981), consiste en cinco personas por tablero o caja de las cuales dos actúan como apisonadotes, un amasador y dos peones encargados de obtener la materia prima y suministrarla al amasador. La matera prima para el alzado de un tapial resulta de la mezcla de tierra ligeramente humedecida con gravas y restos de material cerámico machacado, por lo general tejas y recipientes cerámicos. El mortero de cal, compuesto por tierra sin cribar y cal, es utilizado para la ejecución de las costras de los tapiales calicastrados. Tras fijar costales y las primeras tapias, la masa se dispone como relleno del marco conformado por tapias y fronteras, el apisonador procede a la labor de apisonado mediante golpes regulares con el pisón, corrigiendo sobre la marcha las deficiencias en la consistencia de la masa. Cuando la primera capa adquiere la consistencia requerida se montan las tapias superiores en hiladas sucesivas hasta completar el tablero o tapia.
Como ya hemos dicho anteriormente en la esquina del edificio se encuentra encastrada en obra una inscripción romana perteneciente a un pedestal honorífico a Marco Aurelio, fechada entre 166 y 167, que ofrecen los colonos de Libisosa. Dicha inscripción fue restaurada por quien escribe en el año 2009.
La inscripción se encuentra ampliamente referencia en la bibliografía, tanto moderna como contemporánea. De esta forma se encuentra recogida en los principales corpus epigráficos, así se publica en el CIL, volumen II, con el número 3234, también es conocida con la referencia ILER 1133, y en el corpus Hispania Epigráfica (HEp 4, 1994, 36) se referencia con el número de registro 9374. Siendo esta última publicación la que da la siguiente lectura:

IMP(eratori) CAESAR(i) D(i)vi ANT[onini]
FILIO DIVI HA
DRIANI NEPOTI [di]
VI TRAIANI PARTH (ici) PRONEP(oti)
NERVAE ABNEPOTI
M(arco) AURELIO ANTONIN[o]
AUG(usto) ARMENIACO P(ontifici) M(aximo)
T(ribunicia) P(otestate) XX IMP(eratori) [III] CO(n)S(uli) III
COLONI(a) LIBISOSANORU[m]
Así esta inscripción es usada por numerosos investigadores modernos y contemporáneos, previos al inicio de los trabajos científicos del equipo de la Universidad de Alicante, dirigido por el Prof. José Uroz, para ratificar y demostrar la presencia en la localidad de Lezuza de la antigua Colonia Libisosa. Ya que se suma a las referencias aparecidas en varios textos antiguos sobre la localización y existencia del enclave. Libisosa es mencionada además del Itinerario de Antonino, por diversas fuentes antiguas como Ptolomeo (H.N. II, 6, 58), los Vasos de Vicarello (I: Libisosam; II, III, IV: Libisosa), y por el Ravenate (313,14) con el nombre de Lebinosa. Tal y como dice Plinio (N.H. III, 25&cognomine Foroagustana). Estás asimismo atestiguada epigráficamente como Libisosano en CIL II 4254.
Como ejemplo de la historiografía contemporánea cabe citar los trabajos de Abascal, o de este mismo con Sanz Gamo (ABASCAL PALAZÓN, J. M.; SANZ GAMO, R., 1993), la mención que estos autores hacen de Gamo Parras, el estudio de Carrasco Serrano, o la presencia en el trabajo de Hübner. Así como su presencia en los grandes corpus epigráficos como el Hispania Epigráfica o el CIL.
Ya el Bachiller Alonso de Requena (REQUENA ARAGÓN, A., 1647), presbítero nacido en Lezuza, describe la pieza como un pedestal, con la estatua en la parte superior, con el epígrafe dentro de un marco de moldura en el frente principal, y adornados quizá los otros frentes de igual manera, presentaba además una cornisa moldurada y un basamento de estructura similar a la zona superior sobre la que se colocaba la estatua. Parece ser que al tener que ser reutilizada en la construcción de la cadena de la Casa de la Tercia, se despojó de toda la decoración escultórica. El temprano descubrimiento de la inscripción permite imaginar que a ella se refiere el comentario que en 1740 realiza E. Pérez Pareja (PÉREZ, 1740, pg. 181):
"En aquel tiempo era Lezuza lugar célebre, con privilegios de Foro Augustana, y Colonia de Romanos [&] Era Lezuza población de grandes, y suntuosos edificios: así lo testifican algunas lápidas de extraña grandeza, y con primor labradas".
Con fecha 27 de mayo de 1874, D. Braulio López, vecino de Lezuza, escribió una carta a D. Pedro Cebrián, de Chinchilla, en los siguientes términos:
"Mi distinguido amigo y compañero: Remito a V. adjunta notas y copias de inscripciones antiguas que conservo en mi poder y podido adquirir, y son las únicas que hay en el pueblo".
La carta iba acompañada de datos y observaciones sobre el pedestal de Marco Aurelio CIL II 3234, las cartas precisan la fecha en el que el monumento fue colocado en su emplazamiento actual, aunque no añade datos sobre su localización:
"Lápida romana colocada en el antiguo ángulo norte de la Tercia de Lezuza, cuya lápida estaba en los monumentos de la antigua Libisosa y se puso en dicho ángulo en el año 1767".
En 1912, Amador de los Ríos (AMADOR DE LOS RÍOS, R., 2005). relata como en el S. XVI, se produce el hallazgo fortuito de un pedestal romano con su inscripción, siendo para Ambrosio de Morales la confirmación de la localización de la Colonia Romana, al igual que lo hizo el Bachiller Alonso de Requena, el primero dice:
" [&] una piedra que fue hallada, juntamente con una estatua de mármol donde antiguamente estuvo la ciudad[&]".
"[&]sirve de vasa en el claustro de la Iglesia Parroquial desta villa; y la estatua está asimismo en ella, que según parece, fue levantada y erigida en honor del Emperador Marco Aurelio[&]".
Madoz habla de el epígrafe votivo del pedestal 2[&] hallado junto a la hermita de Santa Luciana [&]" y colocada en el "claustra" de la Iglesia Parroquial en el S. XVI. Las obras de ampliación y reforma realizadas en al Parroquia en el s. XVIII desapareció el "claustra" y con ella la estatua del emperador Marco Aurelio. Así Amador de los Ríos no duda al decir que posiblemente la estatua se encuentre entre los cimientos de las obras realizadas en este momento.

viernes, 22 de abril de 2011 a las 12:57
Enviado por Servicio de Desarrollo Turísitco-Artístico

 

Ermita de la Virgen de la Granada, Tiriez

Ermita de la Virgen de la Granada, Tiriez

Esta ermita se encuentra situada en la pedanía de la Yunquera. Es una construcción de planta rectangular datada en la segunda mitad del siglo XVI, siendo el presbiterio la parte más antigua del edificio. Es en esta parte de la ermita donde podemos observar una pintura mural de gran interés histórico, y que ha sido restaurada recientemente. La decoración pintada del altar está fechada en 1556, dato conocido gracias a la inscripción de la parte izquierda que hace referencia al origen y fundación de Lezuza. La nave donde se ubican los fieles en las ceremonias, se encuentra claramente diferenciada del altar mediante un arco y la elevación del pavimento de la zona de consagración.

Cuentan las crónicas que en uno de los viajes desde el Reino de Granada hacia Castilla la reina Isabel La Católica, pernoctó en este aldea.
Como ya hemos dicho, interesante de esta ermita son las pinturas murales que alberga en su interior.
En la parte izquierda del altar encontramos la representación de un castillo, así como la inscripción que hace referencia a la fundación de Libisosa como colonia romana, dice así:
ERCULES LIVICO ME FUNDO
LIVISOSA ME LLAMO
FORO AUGUSTANA LUCON FUI YO
ROMA ME ENGRANDECIO
SEGUNDA COLONIA ROMANA FUI YO
Y SU SANGRE ME ILUSTRO
FILIPO SEGUNDO EL PRUDENTE
EN SI Y SOBRE SI ME DIRIMIO
AÑO 1556
En la parte superior del castillo figuran dos torres laterales y entre ambas otras más altas y delgadas, sobre las que descansa un casco con plumas. Tiene dos columnas de Hércules, situadas una a cada lado de la puerta central, dentro del contorno del castillo, conteniendo en la de su derecha una sola banda con la inscripción NON y en la izquierda, dos bandas superpuestas con la palabra ULTRA, en la parte superior y PLUS en la inferior. En la parte inferior de la construcción se representan seis palomas, tras a cada lado, dando la espalda al castillo las dos más cercanas y más alejadas, mirando a las centrales.
En la parte derecha del altar aparece otra escena, también esta realizada al temple a la cola, en la que está representada una figura femenina con atuendo religiosos, con hábito negro. A ambos lados de esta se representa un caserío.
Como ya se ha dicho anteriormente, la técnica utilizada en las pinturas murales es el temple de cola, aplicado de forma aguada y creando superposiciones de diferentes tonos azulados, grises, anaranjados o negros.

viernes, 22 de abril de 2011 a las 12:56
Enviado por Servicio de Desarrollo Turístico Local

 

Ermita de la Virgen de la Cruz, Lezuza.

Ermita de la Virgen de la Cruz, Lezuza.

La ermita se localiza frente a la población de Lezuza, en la ribera opuesta del río del mismo nombre, y sobre un pequeño promontorio, al que bautiza, y que la hace visible desde todo el casco urbano.
Estilísticamente, nos encontramos ante un edificio de factura renacentista, datado en el siglo XVI, aunque con un marcado estilo popular. El solar donde se erige se encuentra delimitado por una tapia encalada, que alberga un Vía Crucis, y en el lado más oriental es donde se encuentra el edificio. La entrada se realiza a través de un arco de medio punto que da acceso a una pequeña zona cubierta con bancos a ambos lados, y en el frente el acceso a la nave a través de un portón de madera de medio punto. Es esta una construcción de nave única y capilla al fondo, jerarquizando el espacio interior un arco separa ambos ambientes. La cubierta es a dos aguas, con techumbre de madera. Decir, que el interior se encuentra escasamente decorado. A excepción de la cabecera con, un pequeño camarín, posiblemente barroco, destinado a albergar la imagen de la Virgen desde el 25 de marzo hasta el 2 de mayo, tan solo un austero Vía Crucis recorre la nave. Señalar la presencia de una campana exenta en la parte superior de la entrada, coronada por una simple cruz metálica, importante ya que es fruto de disputas entre la población de Lezuza y su pedanía La Yunquera, ya que la campana pertenecía a la ermita de esta última.
Se tiene documentación escrita de este edificio ya desde 1515, cuando el cura de Lezuza, Gonzalo de Alcaráz, solicita permiso al Concejo de Alcaráz para cortar madera de los montes comunales destinada a construir una ermita bajo la advocación de la Virgen de la Cruz. Nuevas referencias escritas encontramos en 1595, cuando se ordena retejar o un año después cuando es visitada por el Visitador de Toledo y ordena la construcción de una nueva imagen, posiblemente la actual. Y desde 1698 se constata la celebración del día de la Cruz con procesión hasta la ermita.
El grupo escultórico de la Virgen de la Cruz corresponde al tipo de la Piedad. Una cruz con sudario preside el conjunto escultórico, la Virgen al pie mira hacia arriba con los brazos abiertos y Jesucristo muerto descansa por las axilas sobre sus rodillas, mientras sendos ángeles sujetan sus brazos. Artísticamente es un grupo de gran fuerza expresiva y dramatismo de un carácter ya anteclásico, cercano al manierismo que anuncia el dramatismo del Barroco, por tanto consideramos adecuada la fecha de ejecución de la talla en los últimos años del siglo XVI y la estética propia de inicios del XVII, aunque quizá la policromía original haya sufrido cambios y repintes a lo largo del tiempo (GARCÍA-SAÚCO, 2006). La Virgen lleva una corona moderna, realizada por los talleres de orfebrería religiosa de Santarrufina de Madrid en 1961. La corona es una aureola de plata de ley con baño de oro cincelada y repujada, adornada con esmaltes y piedras preciosas. La cruz va grabada y esmaltada. Sobre el esmalte, un Cristo tallado en marfil. Debajo de la Cruz, la Purísima, también esmaltada, en un marco de incrustaciones de marfil y piedras. En el centro, otro esmalte con el escudo de Lezuza. Debajo de las estrellas, seis esmaltes más con las siguientes escenas de la vida de la Virgen: Anunciación, Nacimiento, Encuentro de Jesús en la calle de la Amargura, Venida del Espíritu Santo, Asunción y Coronación de la Virgen. Lleva diez perlas en los adornos que figuran entre las estrellas. La pedrería está compuesta de esmeraldas, rubíes, amatistas, zafiros y aguamarinas distribuidas armoniosamente.
Estrechamente vinculada a esta advocación, y por ende a este edificio, encontramos la Mayordomía de la Virgen cuyos orígenes se remontan al siglo XVI, tal y como dice González Alcaráz (GONZÁLEZ, 1965). Existen documentos que hablan que en el año 1598, se reúne el cabildo de la Vera Cruz, y acuerda nombrar una comisión para rehacer las ordenanzas de la cofradía, ya que se estaban perdiendo, por hallarse en un avanzado estado de deterioro los mamotretos donde estaban escritas, y que pasaban de mano en mano de los cofrades para copiarlas. Así la comisión acude a Dr. Pº. Álvarez, cura de la Magdalena de Toledo, al que autorizan para recurrir, en nombre de la hermandad de la Vera Cruz de Lezuza, a su Alteza el Príncipe y Cardenal Alberto, Arzobispo de Toledo y Primado de las Españas, consiguiendo la aprobación de las ordenanzas y reglas con las que de tiempo inmemorial se venía rigiendo la Cofradía, siendo aprobadas por el citado Cardenal en siete días, en febrero de 1598. Es en estas ordenanzas donde se regulan las condiciones para acceder a la Hermandad, así se dice que se deben pagar seis reales y no estar enemistado con persona alguna. Todos los cofrades se reunían en Cabildo General el Domingo de Ramos para sortear insignias y cargos; cuatro mayordomos para llevar a Jesús Nazareno y otros cuatro que le hacían escolta alumbrando con hachas; otros cuatro para llevar a Nuestra Señora y otros cuatro que también la escoltaban alumbrando; dos para llevar el estandarte y otros cuatro dos que alumbraban junto a él; dos que se encargaban de llevar la Cruz parroquial y otros dos que alumbraban con hachas dejando la Cruz en medio, durante la procesión llamada Disciplina de Jueves Santo por la noche. Antes de esta procesión, se reunían todos los Mayordomos y cofrades para pedirse perdón mutuamente y de rodillas por las ofensas que de palabra o de obra se hubieran hecho &y el cofrade que no quisiere perdonar a el otro, page dos libras de cera de pena y sea echado del cabildo y no sea mas recivido en él. Después de perdonarse, cantaban todos el Miserese y salían en procesión con sus túnicas y descalzos rezando los Pasos.
En el días tres de mayo todos los cofrades tenían que asistir a la procesión de la Vera Cruz &reçando y no parlando y el cofrade que en la procesión parlare, pague medio real para la cera del cabildo. La misma pena era impuesta al que no asistía. Otra de las obligaciones de los Mayordomos era la de asistir a las procesiones del Santísimo y entierros de otros Mayordomos, visitar a pobres y enfermos proveyéndoles espiritual y materialmente.
Hasta que el Ayuntamiento de Lezuza tomó el mando de la organización de las fiestas patronales, esta tarea recaía también sobre los Mayordomos. Un recuerdo de este protagonismo los encontramos en la Corrida de la bandera, es esta una danza ejecutada por hombres y jóvenes adolescentes con el pesado estandarte de la Hermandad. Es un ejercicio de fuerza y destreza disciplinada, basado en el desarrollo de varios ejercicios, que son: desenrollar y enrollar la bandera con una sola mano, apoyando el mástil en el cadera; girando sobre su centro el bailarín pasa hasta ocho veces la bandera entre sus piernas; girar el estandarte alrededor de la cintura hasta cuatro veces; de rodillas, pasar la bandera entre las piernas varias veces. La demostración finaliza con un sonoro golpe del mástil contra el suelo. Las evoluciones son realizadas, en primer lugar, por los más jóvenes, seguidos por la atenta mirada de los Mayordomos más especializados, quienes culminan el acto dando muestras de su pericia. Al final, los Mayordomos de mayor edad se reúnen para establecer quien ha sido el vencedor de la prueba, a quien se le da un trofeo. En nuestra opinión, es este un acto que va más allá de la demostración de pericia, en realidad pensamos que es una forma de ritualizar y sociabilizar el paso a la edad adulta de los jóvenes, es un rito de paso. Decimos esto fijándonos en varios y llamativos detalles, por ejemplo, los adolescentes visten ropas que podríamos considerar atuendo propio de un adulto, pantalones con pinzas, camisas, corbata& Son formados para el acto por los Mayordomos de mayor edad, que son los que juzgan su valía y les aconsejan y apoyan en todo momento. Y para finalizar, el trofeo es entregado por el ganador a la reina de las fiestas, quien con el resto de sus compañeras presencian el acto ataviadas con trajes de gala de mujer adulta, aún encontrándose en la adolescencia, al igual que sus compañeros.
Como ya hemos dicho anteriormente, la Virgen de la Cruz es la principal advocación de la población, y a quien se dedican las fiestas patronales. En este contexto, la ermita sirve de marco para el desarrollo de las manifestaciones folklóricas más enraizadas de los lezuceños. Así el 25 de abril, momento en que se produce el traslado de la imagen de la Virgen de la Cruz de la Iglesia parroquial a la ermita, la subida de la Virgen, toda la población se moviliza en este acto solemne, acompañando a la imagen en romería. Destacar que los fieles agasajan a la imagen, por los favores recibidos, con el disparo de tracas durante todo el recorrido. Este momento es el pistoletazo de salida de las fiestas patronales, que se inician el 1 de mayo. Es costumbre de los fieles que en este transcurso de tiempo el peregrinar hacia la ermita desde el casco urbano casi a diario.
El inicio de las fiestas, la noche del 1 de mayo, lo marca el canto de los Mayos en la ermita. Este canto de los Mayos es costumbre generalizada en toda la comarca, y no es más que un dar gracias por el invierno pasado y una rogativa para asegurar nuevas cosechas. Es por tanto, un hecho estrechamente vinculado a la vida agrícola y a las ancestrales necesidades de fecundidad. Fecundidad entendida en sentido amplio, no solo de las tierras y animales, ya que es significativo que este tipo de ceremonia sea oficiada básicamente por mujeres y a la Virgen de la Cruz, divinidad femenina vinculada estrechamente a la muerte, pero sobre todo abierta a la esperanza de la Resurrección.
Tras esta rogativa los asistentes se trasladan a una zona aledaña a la ermita, donde se ha preparado una gran fogata de ramas secas. Antes de prender la gran Lucernaria, se disparan varias tracas en honor a la patrona para luego ver como se consume el fuego comiendo.
La bajada de la Virgen a la Iglesia parroquial se realiza la mañana del 3 de mayo. Lo más significativo, ya que la romería se desarrolla tal y como ya se ha explicado anteriormente, es que a la salida de la imagen toman protagonismo Los Danzantes, una de las tradiciones más enraizadas en la población. Actualmente los danzantes son 12 niños y niñas, aunque siempre fueron adultos varones ya que se danzaba, no como espectáculo, sino como acto religioso de ofrecimiento a la Patrona local (TEJADA, 1993).
El vestuario, eminentemente femenino, aunque el danzante sea masculino, consiste en blusa, enaguas, pantalón corto cogido por debajo de la rodilla, medias y alpargatas; la cabeza se adorna con un pañuelo colorido anudado en forma de montera. Es este un vestuario común a todos los danzantes de nuestra región; esta indumentaria no puede catalogarse de típica o regional, sino de religiosa, ya que predomina el color blanco asociado a lo limpio, lo puro, lo divino. Además, no debemos olvidar que los hombres, ya que la incorporación de las mujeres a este tipo de manifestaciones es muy reciente, visten atuendo femenino, en lo que se sintetiza lo masculino y lo femenino, lo asexuado, lo cercano a Dios. Siguiendo el artículo de Tárraga (TÁRRAGA, 1999) esta manifestación dancístico-religiosa debemos vincularla a los ritos paganos dedicados a Cibeles, en los que los sacerdotes consagrados a la diosa ejecutaban danzas de carácter violento y frenético, ataviados con prendas femeninas, rituales adoptados por los cristianos y acomodados a la vida agrícola. Los nuevos cristianos, que querían honrar a Dios y a los Santos recurrían a lo que sabían hacer, a actos de carácter social-tradicional que se superponían a los ritos de la nueva fe impuesta.
Hay tres teorías generalizadas en cuanto al origen de la danza de palos o paloteo (TEJADA, 1993, pp. 41-46). La primera de ellas postula un origen guerrero de las mismas; podrían surgir de los rituales de batalla o incluso de juegos de danza para desarrollar destrezas guerreras. Esta teoría supone la sustitución histórica de las espadas por palos y está apoyada, a parte de por datos iconográficos, por descripciones de autores clásicos como Jenofonte (Anábasis, Lb. VI). En segundo lugar se propone un origen vinculado con ritos de fecundidad, siendo esta la teoría con mayor vigencia en la actualidad. Se basa en el análisis de los elementos que intervienen en la danza, tanto los palos como elemento fálico, los danzantes, siempre hombres, aunque bailando como elementos femeninos. Hay quien siguiendo este discurso, ven esa misma analogía en la dualidad dulzaina y baquetas-elemento fálico- y el tambor-elemento femenino-, construyendo con la propia danza un tejido simbólico alrededor de la simbología de la fertilidad. Algo parecido podría interpretarse respecto la danza de cintas, que comparte con las de palos el elemento fálico y el elemento circular constituido por los propios danzantes. En tercer lugar, y para finalizar, se propone un origen basado en las celebraciones del Corpus en forma de danzas gremiales; obviamente el Corpus organizó, condicionó y estructura muchas de estas danzas de mayor antigüedad. En Lezuza, estas danzas están documentadas desde el siglo XVI, probablemente originadas en el marco de la citada fiesta, cuya existencia data del papado de Clemente V, quien favorece la inclusión de manifestaciones paganas en el ritual religioso (1311, Concilio de Viena). Será así hasta 1777, que en virtud de la Real Cédula sobre Disciplinantes, Empalados, Cruces de Mayo y Danzas en el interior de los Templos, promulgada por Calos III, que quedan prohibidas con el fin de controlar la falta de decoro a la que se había llegado en las celebraciones. Y posiblemente, a partir de este hecho fue cuando este tipo de manifestaciones, de gran raigambre, se dispersan por el calendario festivo hasta encontrar otros espacios y significados.
Dicho todo esto, concretaremos que tres tipos de danzas se ejecutan en Lezuza en el marco de las Fiestas de Mayo. En primer lugar, la denominada Seguidilla, que es una danza de palos de movimientos ágiles y saltos característicos, en la que los danzantes giran alrededor del área de danza entrechocando los palos. Musicalmente, no se trata de una seguidilla, considerando las evoluciones melódicas habituales en estas piezas en Castilla La-Mancha, y tampoco presenta el ritmo habitual de estas melodías. No obstante, el final de cada frase musical presenta un apéndice casi rítmico, de muy pocas notas, que recuerda a las seguidillas de tipo torrá. La danza consta de cinco vueltas a la melodía, con un aumento del tiempo de ejecución en las dos últimas. Cada vuelta va precedida de un agudo toque de aviso, marcando el inicio de cada una de ellas. Este aspecto es otro de los rasgos por los que lejanamente esta melodía nos podría recordar a las seguidillas. La danza tiene un carácter que podríamos denominar arcaico, debido a la forma rígidamente circular de la evolución de los Danzantes-no se trata de crear figuras alegóricas en formas complicadas-con cruces entre ellos mismos, para cambiar de pareja en cada vuelta musical, es una forma de confrontación entre los bailarines. En segundo lugar, la danza denominada de Vestir el Palo, que por la estética, el ritmo (amalgamando o aksak en compás 3+3+2+2+2) y el discurso melódico, también parecen de origen antiguo. Es esta una versión de la antigua Danza de Cintas, extendida por todos los países de Europa, en la que, a través de 12 cintas de seda coloreada que surgen de lo alto de un gran mástil, y gracias a los cruces efectuados por los danzantes, el palo queda totalmente tapizado de seda. La danza implica este proceso por dos veces, vestir y desvestir la estaca. Para finalizar, la Jota. Es esta una melodía popular en toda España en la primera mitad del siglo XX. En Lezuza esta música también es paloteada, aunque en un estilo menos guerrero que la Seguidilla. Evidentemente esta es la pieza más moderna y coincide con que fue desarrollada para su interpretación novedosa en el interior del templo de Lezuza, probablemente en los años 40. Es este un hecho frecuente en la música y danzas tradicionales, el estar abiertas a las melodías de moda que se sacralizaban al insertarse en el ritual de la danza.
El acompañamiento musical de este tipo de danzas fue tradicionalmente de percusión, incluyéndose, además la dulzaina o Pita. Es este un instrumento cuyo origen se pierde en el tiempo (TEJADA, 1993 Y 2004) y su presencia se extiende por buena parte de la Europa Mediterránea, Asia, Oriente Medio, África y América del Sur.
Haciendo un rastreo de los instrumentos que forman la familia de las dulzainas, como oboes, sus representantes primigenios los encontramos en las cuencas del Tigres y el Éufrates hacia el III milenio a.C. Más tarde, a través del sustrato oriental de la cultura helenística, en Grecia el aulós era el representante primitivo de estos arcaicos oboes, que posteriormente heredó la cultura romana denominándolo tibia. Pasados los siglos oscuros de la Edad Media, arraigó este instrumento entre los pueblos musulmanes, adquiriendo la forma que actualmente tiene y que en Al-Andalus le llamaron zolami. A partir de aquí se introduce en la Península y al resto de Europa. Aún hoy existen instrumentos muy similares a nuestras dulzainas en el norte de África, conocidas con el nombre de al-ghaita, la misma denominación que reciben en zonas como algunas comarcas albaceteñas, el Maestrazgo, Bajo Aragón, Bajo Ebro y muchas comarcas de Castilla. Como ya hemos podido observar, una cuestión complicada es la nomenclatura, ya que varía temporal y espacialmente. Antes del siglo XV, los instrumentos de estas características eran conocidos probablemente como albogues, aunque esta terminología se reserva ahora para instrumentos tradicionales de caña simple. Hasta 1461, en la Crónica del Condestable Miguel Lucas, no aparecerá en castellano el término chirimía, de origen francés. Con esta nomenclatura deberemos buscar nuestro instrumento durante el Renacimiento. En esta época los ministriles de chirimía o ministriles de caña simple, eran los protagonistas de la alta música; la música interpretada al aire libre o en espacios muy amplios para romerías, procesiones, misas, danzas y bailes. En el siglo XVII empieza a aparecer la denominación de dulzaina.
La dulzaina cumple en Lezuza diversas funciones en fiestas: anuncio de la fiesta por la mañana del día 2 de mayo con una diana, posteriormente toca en la procesión a la ermita de la Virgen de la Cruz y en las danzas a la salida de la imagen. El día siguiente, 3 de mayo, comienza con otra diana, tras la que se realiza la procesión en la que le Tío de Pita y los doce danzantes, hay quien dice que representan los doce apóstoles, acompañan a la imagen de la Virgen por todo el pueblo. Tras la procesión, la misa mayor también ha incorporado la ofrenda de los Danzantes, que realizan de nuevo los bailes, siendo recompensados por la población con dinero.

Ermita de la Virgen de la Cruz, Lezuza.

viernes, 22 de abril de 2011 a las 12:53
Enviado por Servicio de Desarrollo Turístico Local

 

Iglesia parroquial de la Asunción

Iglesia parroquial de la Asunción

La Iglesia Parroquial de Lezuza fue declarada Bien de Interés Cultural en 1982.
La documentación conocida de la parroquia es posterior a la propia edificación. Según varios autores (GARCÍA-SÁNCHEZ-SANTAMARÍA, 2007), la obra debió iniciarse en los primeros años del siglo XVI, en torno al año 1510; como suele ser habitual desde la cabecera a los pies, de tal modo que el ábside será la parte más antigua y la bóveda de los pies se situaría en torno a 1550 o 1560. Su construcción fue realizada con canteros vizcaínos, que parecen haber dejado en la población algo más que el edificio o ciertos apellidos.
La portada lateral, aunque gótica enteramente, tiene un acusado arcaísmo, ya que por la documentación conocida a partir de 1577, según los libros de fábrica, cuando la obra ya estaba prácticamente terminada, parece que se trataba en un pórtico que rodearía al templo.
Si bien a los pies del templo hay una pequeña portada adintelada con una ventana superior, que da luz al a nave, todo quizá desde el siglo XVII (GARCÍA-SÁNCHEZ-SANTAMARÍA, 2007). La puerta de acceso habitual se sitúa en el lado del evangelio y está constituida por una portada abocinada ojival con sus correspondientes arquivoltas y albanegas exteriores con caprichosas tracerías góticas. Es curioso que esta portada no dé directamente al exterior sino que se protege por un pórtico o atrio, ya clasicista, formado por tres arcos de medio punto, al frente que apoyan sobre pilares toscanos constituidos por un núcleo cuadrado con medias columnas adosadas. Si bien hoy ese atrio se encuentra solo en el ámbito de esta portada, es probable, que en origen, debió continuar cerrando todo el conjunto hacia la fachada principal, tanto por la documentación conocida como por las huellas todavía visibles a ambos lados de la portada occidental. Es más, en el muro Sur se aprecian restos de arcos e incluso del arranque de unas bóvedas que debieran ser de crucería. Con lo que la Iglesia adquiriría una peculiar solución, con una especie de claustro no habitual en la arquitectura de la zona. Siguiendo los datos de López-Torres (1992, p. 144) este pórtico fue construido en 1779, con piedra de la cantera del Pozuelo, la cual había sido acarreada en 1758. En el mismo año de 1779 también se pone en la entrada una imagen de la Asunción, construyéndose además la puerta de poniente.

En la obra inicial de la Iglesia no estaba presente la torre (LÓPEZ-TORRES, 1992. LÓPEZ TORRES, 2000), se pusieron unos antepechos y pirámides, donde en 1627 se iniciaron las obras que fueron rematadas en 17787. En cuanto a las campanas se fabricaron cuatro en 1629 en Lezuza, dos de las cuales se encuentran en el campanario actual y las otras dos posiblemente en algún punto de Soria, ya que fueron adquiridas por el capellán de aquel obispado.
La Iglesia parroquial presenta el denominado modelo de nave única, con algunos detalles que debemos reseñar. Así, presenta una larga nave con cinco tramos, más una cabecera ochavada, de tal modo que se consigue un espacio interno de cuarenta y ocho metros de largo, por tan solo ocho de ancho y trece de alto. Los cinco tramos se cubren con ricas bóvedas de crucería de variado diseño; así, en el ochavado de la capilla mayor, formada por tres paños y en el primero de los tramos, desde la cabecera, las bóvedas se hacen fuertemente decorativas con diseños estrellados, combados y conopios; los dos tramos siguientes tienen bóveda de terceletes con estrellas de ocho puntas inscritas; hacia los pies parecen simplificarse los diseños, de tal modo que la última bóveda ofrece uso terceletes con una circunferencia central, un modelo que parece inspirado en soluciones vandelvirescas. Los arcos se separan en tramos, excepto en los pies donde se sitúa el coro, se apoya en una especie de cornisa corrida y no en pilares adosados como suele ser habitual. Lógicamente esta circunstancia se soluciona con unos poderosos contrafuertes para contrarrestar los empujes y tensiones propias de la arquitectura gótica. Precisamente en estos contrafuertes se abren capillas-hornacina con la profundidad de la anchura del contrafuerte: cerradas, en altura, por un grueso arco de medio punto que, en realidad, sería una bóveda de cañón en sentido perpendicular al eje de la nave del templo.
En época barroca, en los siglos XVII y XVIII, algunas de las capillas se ampliaron aunque manteniendo las formas de acceso originales. Precisamente una de estas capillas en el lado de la epístola, frente al acceso lateral, se constituye así como un templo aparte, con planta de cruz latina y cúpula en el crucero. Según López-Torres Ruiz (1992, pp. 141-144), en 1757, D. Francisco González Durán, cura propio de las villas de Lezuza y Barrax, levantó a sus expensas una capilla, pegada a la Iglesia por su parte de Mediodía, para comulgatorio, la cual fue colocada bajo la advocación de Nuestra Señora de la Concepción. A la muerte de este mecenas, el 2 de marzo de 1758, la capilla se derribó, siendo levantada posteriormente. Es en la actualidad la capilla de Nuestra Señora de la Cruz.

En este mismo espacio, y en la obra primigenia, se documenta la presencia de un claustro (MUNERA, 2000) hoy completamente desaparecido. Según los datos a la vez que se inician las obras del templo se inician las del claustro, con arquerías de estilo gótico, tal y como se puede observar en los restos conservados en el patio de la Casa de la Tercia y adosados al muro de la Iglesia. Esta parte de la Iglesia debió estar en pie hasta mediados del siglo XVIII, hasta la ya citada intervención de D. Francisco González Durán.

En cuanto al órgano, hoy desaparecido, parece que fue encargado en 1640 a dos maestros, posiblemente de Toledo, llamados Gerardo y Diego, que no terminan el proyecto. Será Joseph Moller quien lo esculpa y Pedro Guzmán de Vez quien lo decora. Siendo colocado en la parroquia en 1700.

El retablo del altar mayor, que enmarca la imagen de la Asunción, data de mediados del siglo XVII. Se trata de una digna obra de estilo barroco basada en la creación de un espacio arquitectónico de dos cuerpos, mediante columnas y entablamentos. El soporte y los relieves están realizados en madera, y en cuanto al cromatismo prevalece la técnica del dorado con reducidos detalles de color. Durante la Guerra Civil Española (1936-1939) sufrió graves mutilaciones que dieron lugar a la desaparición de varios elementos de distinta envergadura.
Como ya hemos dicho anteriormente el retablo está formado por tres calles, una principal en el centro y dos laterales más estrechas, que arrancan de cuatro columnas helicoidales con capitel compuesto. Las dos columnas laterales sobresalen del plano formado por las centrales y van acompañadas de pilastras adosadas alas paredes laterales del ábside. Los fustes de estas columnas giran en sentido alterno produciendo una mayor sensación de esbeltez y cada uno de ellos tiene una decoración personalizada a base de ramas con hojas y frutos de vid. Sobre estas columnas y pilastras, los entablamentos escalonados marcan la línea entre los dos cuerpos del retablo.
La calle central ocupa todo el frontal hasta el arranque de la bóveda y se divide en dos cuerpos. El inferior es el principal y se sitúa entre las dos columnas centrales. Actualmente acoge la imagen de la Asunción, sobre pedestal y enmarcada entre dos pilastras que soportan un arco de medio punto con relieves vegetales y angelillos. El segundo cuerpo queda definido entre dos pequeñas pilastras, que son la prolongación de las mencionadas columnas centrales, y contiene una talla de Jesucristo en la cruz sobre un panel policromado. A ambos lados se alzan dos pequeñas columnas helicoidales, en la línea de las pilastras del cuerpo inferior, que mantienen la misma estructura y decoración que las que alberga el cuerpo inferior. Como remate de la calle central, la divinidad representada sobre nubes y entre dos angelillos, cierra el conjunto en la zona elevada.
Las calles laterales ocupan los espacios entre las columnas a izquierda y derecha de la calle central y están estructuradas en un solo cuerpo alargado que contienen tallas policromadas de apóstoles sobre un pedestal y enmarcados con motivos vegetales en relieve y cornisa curva. Sobre el espacio que ocupan las imágenes encontramos también querubines entre decoración vegetal. Rematando los entablamentos de las columnas y pilastras laterales encontramos otros dos querubines y motivos vegetales.
En cuanto a la policromía, prevalece el dorado con oro fino en todo el retablo y el color aparece en las figuras y en algunos de los numerosos motivos vegetales en relieve que decoran la obra.
En resumen, el retablo sigue los esquemas del Barroco español y cabe destacar el respeto y la integración de la estructura en la arquitectura del ábside, perteneciente a una época anterior. Como hemos visto la calle central ocupa todo el frente del presbiterio y justo por encima de ella arranca la cúpula. Por otro lado, las columnas laterales se sitúan en los dos vértices que articulan las paredes del presbiterio y de los que arrancan los nervios de la cúpula. Todo ello tiene como resultado un grandioso equilibrio estructural que porta una rica y profusa decoración.

Las pinturas murales completan la decoración del presbiterio y se encuentran en los lienzos del ábside que flanquean el retablo y en la tracería de la bóveda. En el caso de los lienzos situados a ambos lados del retablo, las pinturas imitan espacios arquitectónicos que prolongan el resto de las estructuras de la cabecera, y por extensión, de toda la nave del templo. De esta manera, cada lienzo consta de un nivel inferior rectangular y de otro superior que ocupa el tramo del arco apuntado, de forma similar a la calle central del retablo. En el cuerpo principal o inferior se representan con cierto aire renacentista pasajes de tradición local; la predicación de San Pablo en Libisosa, el martirio de los Santos Vicente y Leto en dicha colonia y un tercero perpetua el acto de consagración del templo de estos mártires. Las escenas quedan enmarcadas entre pilastras que soportan un arco, siguiendo el esquema del cuerpo principal del retablo. Sobre este arco se apoya un entablamento decorado con un gran medallón con inscripción y angelillos. De forma similar al cuerpo superior del retablo, los niveles superiores se esta decoración mural se estructuran mediante dos columnas dobles de fuste liso y capitel compuesto que enmarcan escenas de la Biblia. Se observa que las pinturas forman un conjunto uniforme con el retablo por lo que, muy probablemente, fueron concebidas y realizadas en las mismas fechas.
En cuanto a la policromía presente en la tracería gótica de la bóveda se observan querubines y angelillos, típicamente barrocos, portando diversos atributos, sobre fondo celeste con nubes. Los nervios están decorados con tonos azules y rojizos presentes también en las nubes y en las claves encontramos los toques de dorado, constante en todo el conjunto.

También presenta ciertas inscripciones relativas a la fundación de la villa y acontecimientos ocurridos en ella. Así, mirando al retablo, a la derecha se lee 1780 antes de la venida de XPTO, y Apareciéndose a Santa Máxima los SS Mártires S. Vicente y Leto y le revelaron donde estaban sus cenizas y en el lateral izquierdo, Fue fundada Lezuza a 349 de la creación del mundo y El primer templo que se dedicó en HESP fue a los Santos Mártires de esta villa, imperando Constantino, quien lo mandó edificar. Bajo la pintura que representa a San Pablo predicando a los fieles de Libisosa, puede leerse Predicó el apóstol San Pablo en Libisosa, siendo colonia romana, donde convirtió a la fe a Probo y Santipe y a otras muchas personas.

Para finalizar, señalar que en el templo se puede rastrear la presencia del Tribunal de la Santa Inquisición. Primero por un escudo gravado en piedra presente en la puerta de entrada a la sacristía de la Capilla de la Virgen, y otro, hoy perdido, que se encontraba situada en la entrada del salón parroquial. En ellos aparece una cruz en el centro, a derecha una espada y hoguera a la izquierda, símbolos de la Inquisición que defendía la fe de Cristo en la cruz con la espada y la hoguera. Otro elemento importante presente en el edificio lo localizamos en la nave central, encima de la puerta de entrada de la Capilla de la Virgen, es una inscripción cuya trascripción es la siguiente: Licenciado Don francisco González Durán, Comisario del Santo Oficio y cura de esta Iglesia. Año de 1557.

Iglesia parroquial de la Asunción

viernes, 22 de abril de 2011 a las 12:50
Enviado por Servicio de Desarrollo Turístico Local

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