Ojalá la casa se levante
Acabo de leer la última noticia escrita en este foro, quizá tarde, a destiempo, pero me vuelve a impactar, a emocionar. Aunque es anónima, sé quién la escribe y a que casa se refiere. Yo también quisiera verla algún día levantada. Sé que va a ser difícil, quizá imposible que vuelva a tener la forma que tenía, por culpa de un iluminado que, seguramente, hizo una denuncia para que el ayuntamiento ordenara derribar las paredes. La envidia y la miseria, lamentablemente, están a la orden del día en éste "avanzado" país. De no haber sido así, igual a estas alturas estaba puesta la cubierta como lo está la de la escuela, y ya las paredes estarían sujetas y no supondría ningún" peligro" para los numerosos visitantes que, para desgracia de todos, no visitan Samartín. Pero hemos de seguir adelante, conservar la esperanza, quizá algún día podamos ver lo que han convertido en una escombrera transformado de nuevo en una bonita casa nueva. Que así sea!!
lunes, 19 de agosto de 2013 a las 10:02
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Pasa el tiempo
Pasan los días, los meses y pronto pasarán los años y ya nadie habla de lo acontecido en nuestra tierra. El verde ha vuelto, aunque los árboles siguen negros. Unos caídos, otros reverdecidos a medias y otros cortados. El negro va desapareciendo por fuera, aunque no por dentro. La vida se abre paso. Nosotros buscamos la forma de recuperar nuestro pasado, de levantar una casa que estuvo casi 100 años en pie para que en unas horas se hundiera para siempre. Ya no hay recuerdos visibles, sólo escondidos. Debajo de cada piedra hay un recuerdo, una historia, una alegría o una pena. Cuántas dificultades estamos encontrando para poder levantar tus muros,querida casa, cuántas... No pasa el día ni la noche en que no camine entre tus paredes, no rememore alguna vivencia o no imagine qué pasaría si continuases de pie. El sonido de las pisadas sobre el suelo de madera, el tacto frío de las sábanas en invierno y el calor de la cocina de carbón al llegar los viernes cuando salíamos de la escuela. Las galletas de coco de la tienda, la mirinda que nos daba mi abuela para merendar, el pan de Grandas, el pote de berzas y de fréjoles. El día que vea esa casa en pie de nuevo, ese día descansaré.
miércoles, 05 de diciembre de 2012 a las 20:15
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Mis reflexiones sobre el Valledor
Algo es algo, dijo un calvo al encontrar un peine en un desierto. Pues bien, yo no sé de dónde he sacado este refrán, pero lo cierto es que viene al pelo con la situación que tenemos en el Valledor. El próximo día veintitrés se cumplen seis meses (medio año) desde que ocurrió el incendio en el Valledor, y la situación, en mi opinión, no puede ser más desesperante. No sé si es para echarse a llorar o, mejor para tirarse por la ventana, no lo sé. Hagamos una breve descripción, empezando por abajo, para seguir el mismo recorrido que las llamas. El panorama es el siguiente: Trabaces, el primer pueblo afectado, ha quedado convertido en el Ochate de Asturias, de ahí pasamos a San Martín, pronto nos encontramos con las paredes de la Escuela esperando a que les pongan un tejado; a pocos metros la casa de Inacio, o de Paco convertida en escombros, como si ya nadie se acordara de que, en algún tiempo fue el verdadero Centro Social del Valledor. Continuamos hacia la Iglesia y nos encontramos lo que queda del Aveirigo, y los que conocemos el pueblo nos imaginamos que un día existió la casa de Muña, de la que ya no se acuerda ni Dios. Saliendo hacia arriba, en el recinto de la Torre de Rúa, las paredes de la casa del Cirujano, esperando a que les llegue la importante suma de dinero, por cierto, público, para ser reparada, como no podía ser de otro modo, siendo de quién es y habiendo sido de quién ha sido. Eso sí, se han gastado un montón de dinero en cemento y adoquines para los caminos (no para todos), en lo que constituye un auténtico atentado a la ética y también a la estética, tan absurdo como innecesario. De ahí pasamos a Robledo, nos recibe una casa a la entrada del pueblo, mejor dicho sus paredes, se trata de la Borroada, esta, de momento, conserva las paredes, no sé por cuanto tiempo, supongo que no mucho; más allá otra, la del Taberneiro, que, por fortuna, parece ser que la van a reconstruir. De Robledo a Coba, allí mi casa, de la cual no habla ni Dios; normal, se trata de una cabaña de un pobre casi, o sin casi, abandonada. Afortunadamente, la iremos reconstruyendo, gracias al esfuerzo de mis hermanos, principalmente, y a la impagable colaboración de Ángel de Rigueira, siempre a nuestro lado en los momentos más difíciles. Por lo que respecta al monte, pues a la espera de ser repoblado con bastantes más toxos y malezas que antes. Las abejas se han ido a tomar por donde se empiezan los cestos, y el autor del fuego (presuntamente, no sea que me denuncie, y encima tenga que pagarle) burlándose de todo kisky, y pensando la manera de superarse a sí mismo para la próxima vez; pensando, seguramente, que a la vista de la impunidad existente, lo mismo dan ocho que ochenta, entonces ¡A por las ochenta! En fin, este es el panorama del Valledor, digno de un gran país del tercer o cuarto mundo (España) donde unos pocos se reparten el pastel, mientras al resto que nos den por donde he dicho unas líneas antes.
jueves, 10 de mayo de 2012 a las 18:42
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