Entre susurros, por Ángeles Garrido Garrido
Entre susurros, una voz me dijo, no te inquietes ni desesperes te haces daño.
Yo no me inquieto ni desespero espero que la tormenta pase con la tormenta el río, se desborda y hace daño.
Para la tormenta, y el río, vuelve a su cauce si te inquietas y te inquietas acabaras por no poder inquietarte.
Y tú te harás más daño que el río al desbordarse.
Ángeles Garrido Garrido
Enviado por ma.
jueves, 19 de marzo de 2009 a las 1:28
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Romería, por Ángeles Garrido Garrido
Madre, tu me llevaste a una romería de nuestro pueblo, a la cruz de la que serranía. Madre pasamos mucho, mucho miedo por aquellos caminos cuesta arriba, llenos de aulagas, de guijarros de espinas y laderas. y no podías, no podías por aquella debilidad que tú tenías. Caímos rodando por aquel camino de guijarros y espinas, yo me herí mi cabeza
Desde aquel instante la sangre nos acompañaría en aquel día madre, lavemos aquella sangre, con tu sudor y las lágrimas mías.
Ya íbamos llegando a la primera etapa de aquella romería, la cruz de la serranía
Allí nos acogieron con cariño y alegría, aquellos compañeros de romería, con lágrimas en sus ojos al ver que sus romeros con nosotros no venían.
Al día siguiente madre al clarear el día, partimos de nuevo, yo con mis tres añitos no sabía a donde iba.
Llegamos a un pueblecito pequeño, de casitas blancas y pinos verdes, y un río de agua clara, y lecho de piedras blancas, el agua sin prisa por ella corría.
Mirándonos, en aquellas aguas, estuvimos hasta llegar la Navidad del año 1.936, fue muy fría, muy fría.
Al pasar la Navidad seguimos adelante, seguimos con nuestra romería, tú madre me dabas calor y me protegías. era largo el camino, larga la travesía.
Llegamos a un pueblecito, Guadix de vieja historia, de vieja catedral y viejos cobijos, nos abrió sus brazos, nos cobijo en su corazón hasta que un día una buena persona, su casa en Purullena nos ofreció, vivimos con su familia y familia todos fuimos y seguimos siendo familia, el lazo no se ha roto y sigue atado fuertemente todavía.
Seguimos nuestra romería rondando nuestra tierra, llegamos a este pueblo Diezma, el último pueblo sería.
Muchos de nuestra saga allí se concentraron, y en una posada todos nos albergamos. con tesón todos trabajaron, ganaron dinero, pero no sirvió de nada al perder la contienda, el dinero perdió su valor quedándonos sin nada.
De nuevo seguimos, la romería ya a nuestra tierra, sin dinero, sin libertad, como marionetas moviéndonos los hilos de un lado para otro, hasta que se cansaron de hacernos bailar y ver la función, ya parado el baile, otra vez todos a trabajar, Dios nos dio el ciento por uno de todo lo que perdimos en aquella contienda por la que hicimos esta larga y dura romería.
Madre he estado contigo recordando aquella romería que hicimos y que no podemos olvidar.
Como no te olvido a ti desde que te has ido a tu romería del cielo dónde no te veo por muy raso que este el cielo.
Con amor filial madre te quiero.
Ángeles Garrido Garrido
Enviado por ma.
jueves, 19 de marzo de 2009 a las 1:23
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Una mañana fresquita de mayo, por Ángeles Garrido Garrido
Una mañana fresquita de mayo, me fui al campo a pasear, que hermoso estaba el campo saciado de lluvia y calentado por un Sol primaveral.
Que hermoso estaba el campo cuajado de flores silvestres de fuertes aromas y suaves colores, y en medio de ellas las laboriosas abejas llevando el néctar en sus corazones.
Que hermoso estaba el campo, con sus grandes manantiales, sus pequeñas fuentecillas que parecen surtidores saltando en el aire.
Que hermoso estaba el campo con sus árboles frutales cargados de frutas maduras que son alimentos especiales.
Que hermoso estaba el campo con todo lo que la Naturaleza quiere darle.
Ángeles Garrido Garrido
Enviado por ma.
jueves, 19 de marzo de 2009 a las 1:08
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