Saludos a los lucentinos
Quiero mantenr contacto e información sobre todo lo que acontece en el pueblo.Saber si alguien recuerdo a la familia Monroy Hurtado,vivían en Plaza de la Barrera, tuvieron 19 hijos,sobrevivieron 10,llegaron a la Argentina en tres tandas, los primeros mis tios Rafael, Dionisio y Antonio,en 1910,luego mis tías María Araceli, Adela y Domingo en 1923 y en 1924 o 25, mis abuelos Francisco Monroy Pérez y María San Pedro Hurtado Repullo , con María del Carmen, María del Rosario y María Constanza, la menor,la mayor Dulce Nombre de Jesús, quedó viviendo en Lora del Río,ya casada.Soy hija de María Constanza, estuve en Lucena conociendo el pueblo donde nació mi madre por muy pocas horas,n mayo de 2005, hubiera deseado estar más tiempo pero iba con mis primos que viven en Sevilla,amo esa tierra entrañablemente, me hicieron amarla cada día,porque en mi familia era un recuerdo permanente cada fiesta,cada día...
Soy la secretaria administrativa del Centro Social Cultural Andaluz "Federico García Lorca" de San Miguel de Tucumán, pertenezco al coro de la institución y mi mayor sueño, es poder viajar algún día con el coro a Andalucía, especialmente a los lugares que están ligados a mis raíces como ser Lucena, Sevilla, Cabra, Baena,Lora del Río. Espero que alguien se ponga en contacto.Muchas gracias,afectuosamente Alicia
lunes, 25 de agosto de 2008 a las 17:07
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Datos historicos de la ciudad de Lucena 1ª parte.
Aunque en su término municipal se encuentran abundantísimos testimonios del pasado que, en el caso del yacimiento de la cueva del Ángel pueden remontarse a más de 80.000 años, en pleno Musteriense, y en el de la ciudad iberorromana de Morana desde el Bronce final, en el siglo VIII (a. C), hasta la época árabe, no hay vestigios suficientes que permitan asegurar la existencia de una ciudad en el emplazamiento de la actual Lucena. La primera cita documental es de finales del siglo IX, a raíz de las incursiones realizadas por el rebelde Umar ben Hafsun a "los castillos de la cora de Qabra y al-Yussana, cuyos habitantes eran judíos".
Al final del Califato, en 1010, Lucena pasó a formar parte del reino zirí de Granada, siendo favorecida por el primer ministro granadino Samuel ibn Negrella. En el año 1090 la pujante aljama judía lucentina compró su libertad al caudillo almorávide Yusuf ben Yashufin. Eran estos los momentos de mayor prosperidad económica y cultural de aquella Eliossana a cuyos muros se acogieron muchos judíos huidos de Córdoba o Granada. Considerada como la "ciudad de la poesía" y denominada por los judíos importantes como Jehudá Haleví, ibn Gabirol o la saga de los ibn Ezra. Sus rabinos ejercieron un importante magisterio religioso entre las comunidades judías del occidente europeo, hasta la invasión almohade, en 1148, momento en que su población debió emigrar a los reinos cristianos del Norte, estableciéndose fundamentalmente en Toledo y en Narbona.
Tras conquistarla en 1240, Fernando III (el Santo) la donó al obispo y al cabildo de la catedral de Córdoba, quienes a su vez, la permutaron, en 1342 a doña Leonor de Guzmán, amante de Alfonso XI, por otros bienes rústicos e inmuebles en Córdoba.
Tras la guerra civil, en 1371, el primer Trastámara, Enrique II, la entregó en señorío a Juan Martínez de Argote, de quien pasará a su hija María Alfonso de Argote que, al contraer matrimonio con Martín Fernández de Córdova, vinculó Lucena a los de este apellido en su rama de los Alcaides de los Donceles, permaneciendo invariablemente como avanzada castellana en la frontera de Granada hasta 1492.
En 1483, uno de los señores de este linaje, Diego Fernández de Córdoba, alcaide de los Donceles, derrotó y apresó a Boabdil, rey de Granada en la batalla del arroyo de Martín González. Más tarde, como merced por sus acciones en la conquista de Orán y en la anexión del reino de Navarra, obtuvo el título de Marqués de Comares, concedido por Fernando el Católico. La evolución demográfica de Lucena en el siglo XVI fue espectacular: de unos 1500 habitantes en 1495 pasó a más de 15.000 en 1550, manteniéndose desde entonces como la segunda población cordobesa en importancia tras la capital.
En 1618, Lucena alcanzó de Felipe III el título de ciudad. Sometida al dominio señorial de los marqueses de Comares y vinculada al ducado de Medinaceli desde 1680, las imposiciones y abusos señoriales desataron el malestar y las protestas de los lucentinos que, tras un largo pleito, consiguieron en 1767 la reversión de la jurisdicción, el señorío y el vasallaje de la ciudad a la Corona
martes, 19 de julio de 2005 a las 0:00
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Datos historicos de la ciudad de Lucena 2 parte. La Perla de Sefarad.
Lucena, Eliossana para los hebreos, fue considerada entre los siglos IX y XII una Ciudad de judíos, como tal aparece definida en el siglo IX, en la correspondencia mantenida con los geonim o directores espirituales de las academias talmúdicas de Oriente Medio, cuyo prestigio intelectual les daba una autoridad aceptada por todos los judíos. Uno de estos, Natronai bar Hilai, gaon de Sura, escribió en la mitad del siglo IX unas largas cartas a los hebreos lucentinos en respuesta a una serie de cuestiones de índole moral, teológica o de meras relaciones humanas que estos le había planteado. También le remitió un formulario de cien bendiciones para recitar diariamente, aludiendo a ella, como que hace tiempo al-Yussana es una ciudad judía que cuenta con gran población (...) sin ningún gentil.
La subida al trono de Abd al-Rahman III el año 912 y la ascensión al poder del judío Joseph Hasdai ibs Shaprut como nasi de los judíos, ejerciendo su jurisdicción, delegada del poder del califa, sobre todas las comunidades hebreas de al-Andalus, permitió el incremento de la importancia e influencia de la Lucena judía.
Por otra parte, las academias orientales, que habían mantenido encendida la llama del judaísmo, iluminando con su sabiduría a muchas comunidades de la diáspora, entre ellas a Lucena, sufrieron a lo largo del siglo IX y parte del X una larga decadencia que anunciaba su desaparición. A la muerte de Saadia, su último gran rabino, considerado como el príncipe de los talmudistas, la academia de Sura desapareció como centro de ciencia y de tradición, manteniéndose, no obstante, la de Pumbedita, gracias a la ayuda de las comunidades hebreas de El Cairo y Bagdag.
Los últimos intelectuales de Sura, trataron desesperadamente de hallar los medios para restituir el viejo esplendor a su academia, y con tal pretensión se embarcaron a la búsqueda del apoyo de las aljamas occidentales. Tras un naufragio, apresados por el almirante de la armada cordobesa Ibn Rumahis, fueron conducidos con su jefe, el rabí Mosseh ibn Hannoch, a Córdoba, para ser vendidos como esclavos en el zoco; reconocidos por los de su raza, fueron comprados y remitidos, incorporándose su bagaje cultural al de la comunidad cordobesa. Se desplazó de este modo la cultura talmúdica del Oriente Medio al extremo occidental europeo, convirtiendo al-Andalus en el centro espiritual del judaísmo. No obstante, la academia de Sura mantendría su antiguo esplendor hasta la muerte, el año 1033, de su último gaon, rabí Hai, si bien, para entonces, la dirección espiritual de los judíos había desaparecido de Córdoba y se encontraba en Lucena, ya denominada Perla de Sefarad.
Muchos judíos notables abandonaron Córdoba para refugiarse en Lucena cuando el califato cordobés se desmoronó en medio de las luchas por el poder político. Resultado trágico de crisis fue el pogrom del año 1013, que lanzó al exilio a la comunidad israelita de Córdoba y con ella a sus intelectuales. En estas circunstancias, Lucena, como otras ciudades de tradición judaica, a medio camino entre Córdoba y Granada, con una población casi enteramente sefardí, recibió en razón de su proximidad, un importante contingente de hebreos cordobeses que huían de la persecución.
Con la desaparición del Califato y la disgregación del al-Andalus, Eliossana cayó en la órbita del reino de Granada, aumentando considerablemente autonomía y libertades de modo paralelo al crecimiento de su poder económico. No se puede explicar de otra manera la rebelión, a finales del siglo XI, de los judíos lucentinos contra el emir granadino, Abd Allh, a consecuencia de un abusivo aumento de los impuestos.
El comercio era, junto al cultivo de los viñedos, uno de los pilares fundamentales de la economía lucentina. Existían muchos mercaderes que mantenían relaciones comerciales con las grandes ciudades de España y también con países del Oriente Medio. Los judíos lucentinos viajaban especialmente a Egipto, realizando sus negocios con los judíos locales.
Coincidiendo con el máximo esplendor de la Lucena judía, casi todo el siglo XI y parte del XII puede considerarse como el Siglo de Oro del judaísmo español. En lo literario, siguiendo el valioso criterio de Moseh ibn Ezra (+ 1140), estos años señalan el máximo florecimiento de las letras hebraicas, teniendo a Eliossana como foco cultural de primera magnitud y, muerto en 1033 el último gaon, rabí Hai, como directora espiritual del judaísmo gracias a la figura del lucentino Ishaq ibn Gayyat, el primero de los maestros sefardíes, que recogió y conservó la tradición intelectual talmúdica.
Lucena fue morada de muchas figuras de renombre intelectual, unas nacidas en la ciudad y otras llegadas a estudiar o a vivir en ella: Ishaq ibn Levi ibn Mar Saul, que destacó como poeta, Ishaq ibn Chicatella, gran filólogo. Las figuras cumbres de la poesía hebraico española ibn Gabirol y Jehuda-Levi moraron dentro de las murallas lucentinas.
En la segunda mitad del siglo XI fue Granada la que se dejó sentir su influencia sobre Lucena. Samuel ibn Nagrella, visir y mecenas de los intelectuales de su época, amigo de ibn Gayyat, la protegió grandemente. Gracias a ello, el grado de autogobierno de Eliossana llegó a expresarse en la preponderancia de los hebreos lucentinos sobre los musulmanes, obligados éstos a vivir en el arrabal, sin posibilidad de pernoctar dentro del recinto amurallado; y en el mantenimiento de una fuerza militar propia; lo que, unido a las peculiaridades de índole jurídica y de gobierno, la convirtieron en una especie de república teocrática.
No se podría explicar el esplendor de Lucena en el siglo XI sin la figura de ibn Gayyat, juez de los hebreos lucentinos y piedra fundamental sobre la que se levantó el prestigio de la yeshivá, academia de estudios talmúdicos. Calificado como el mejor poeta de su generación por Moseh ibn Ezra, compuso varios tratados sobre Halakhá y el lenguaje. Sus poesías eran recitadas y transmitidas de boca en boca.
Un año antes de la muerte de Ishaq ibn Gayyat llegó a Lucena quien le sucediera al frente de la aljama; Ishaq al-Fasi, uno de los mejores talmudistas de todos los tiempos, sólo aventajado por Maimónides. Su categoría intelectual, sus dotes políticas y diplomáticas, revelan la importancia de Lucena, a cuyo rabinato mayor se accedía no sin disputa, siendo preciso gozar de reconocido prestigio.
Sucedió a al-Fasi a la edad de 20 años Joseph ibn Migash ha-Leví, a quien le tocó asistir como rabino mayor al pago del rescate con que obligaron los almorávides a la comunidad hebraica lucentina, como premio de compra de su libertad religiosa.
Casi contemporánea a este hecho es la célebre descripción que el viajero y geógrafo Al-Idisi realizó de Lucena. Dice así: "Entre el Sur y el Oeste (de Cabra) está Lucena, la ciudad de los judíos. El arrabal está habitado por musulmanes y por algunos judíos; en él se encuentra la mezquita, pero no está rodeado de murallas. La villa, por el contrario, está ceñida de buenas murallas, rodeada por todas partes por un foso profundo y por canales cuyos excedentes de agua vierte en este foso. Los judíos viven en el interior de la villa y no dejar penetrar en ella a los musulmanes. Son allí los judíos más ricos que en algún país sometido a la dominación musulmana y están muy sobre aviso de las empresas de sus rivales".
Pasado el primer tercio del siglo XII, la invasión almohade forzó a la conversión o a la muerte a aquellos no musulmanes que habían habitado al-Andalus durante siglos, y que no habían emprendido todavía la huida hacia el exilio.
En 1148 la academia de Lucena fue clausurada para siempre y los judíos lucentinos buscaron asilo en los reinos cristianos.
La qiná de Abrahan ibn Ezra, pone el acento patético en el final de esta etapa de la historia de Lucena:
"El llanto de mis ojos, como llanto de avestruz, es por la ciudad de Eliossana; libre de tachas, aparte allí moró la cautiva comunidad, sin cesar hasta cumplir la fecha de mil setenta años; pero vino su día, huyó de su gente y ella quedó como viuda, huérfana de Ley, sin Escritura, sellada la Misná, el Talmud estéril se tornó y todo su esplendor perdió..."
Abrahan ibn Daud, en los párrafos finales de su sefer ha-Qabbalah, refiere cómo el judaísmo, tras este terrible golpe, florecía nuevamente en tierras cristianas. Es sabido que Mair ibn Joseph, último rabino de Lucena, impartía sus enseñanzas talmúdicas en Marbona, en el Sur francés.
martes, 19 de julio de 2005 a las 0:00
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