Juan Díaz Balmont
Recuedo un pasaje de mi infancia con 5 años, en los que mi abuela me entra en la guardería de Esperanza Aguera, como maestras: Madre, hijas, Ana, Dolores y Felisa. Recuerdo que Ana era muy progresista y prepara en su corral un escenario para hacer funciones de teatro. Mi padre, como alcalde, le autoriza la guardería y el permiso para el teatro. Recuerdo que para los gastos del escenario, de su gran jazmín hacía ramitos y los niños los domingos se les ofrecían a la gente al precio de una perrilla y de una gorda, lo que son 5 céntimos y 10; el pronunciar perra chica y perra gorda es el mote que le pusieron a dos reinas y que no las menciono.
Recuerdo a mis 5 años que mi padre como alcalde, reunido el Comité
hacer la casa del pueblo con personal voluntario y asi se hizo. Mi padre entró en la repostería del bar pagando un alquiler. Recuerdo que aquel primer año fue cuando el gran corrimiento de estrellas.
A mis 7 años muere mi madre, a los 26 años. Recuerdo que los niños seguían en el entierro a la banda de música, que tocaba la marcha fúnebre, con banderitas republicanas. En esa época replantea el nuevo cementerio.
Regresando al año 1934 es cuando mi padre manda recoger las escopeta de derechas y de izquierdas, ante los disturbios de Barcelona y en otras partes de España.
Entramos en Junio de 1936, el pueblo cae en las manos del Capitán Tamayo, donde José Bernete Aguayo (Chimeno) hace frente a la propia tanqueta que conducía el Capitan Tamayo, como un gran héroe en defensa de la República.
Recuerdo que en esa fecha nos encontramos refugiados con mi padre, la madrasta y mi abuela en Villalón. Recuedo el día que que pasó el brigada con sus tropas para la toma de Palma del Río por el camino que pasa por bajo de Villalón. En ese punto despedimos a mi padre hasta que termina la Guerra. Con mi abuela regreso a Fuente Palmera, a la calle la Fuente.
Solo puedo agregar a mi pasado como niño de la guerra es que si escribo estas líneas se lo tengo que agradecer a D. Ernesto Villamor, y también al pariente de mi abuela en Ochavillos del Río, conocido como el
Empinado. Al año de mi escondite regreso a Fuente Palmera por petición de D. Ernesto, y siguiendo sus consejos me apunta mi abuela al catecismo y a los flechas hasta los 13 años, que entro de aprendiz a la zapatería de Perico Merengue en la calle Portales. Terminada la guerra, mi padre regresa a Fuente Palmera y pasa a la nueva cárcel que se encuentra frente al callejón de la zapatería, donde en más de una ocación, desde mi asiento de trabajo, puedo ver a mi padre por una ventana.
Siguiendo la ruta del Capitán Chimeno, me cuenta mi padre que el pasa la guerra en un departamiento del Ayuntamiento de Villa Nueva de Córdoba, para el reclutamiento de los quintos que se encuentran de la zona republicana en estos términos.
En mi próximo comentario escribiré cuanto conoció personalmente de testigos de la muerte del Capitán Chimeno y la toma de Pozoblanco.
Me encantaría saludar a los quintos de mi promoción del 47, y traer uno por uno a pasar unas vacaciones en esta mi casa en la ribera del Mar Menor (Murcia). Este es mi teléfono: 968184377.
Un abrazo para mis hermanos colonos y agregados.
Juan Díaz
martes, 23 de agosto de 2011 a las 10:40
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Juan Diaz Balmont
Intento seguir recordando al gran hombre que fue José Bernete Aguayo en su defensa por la República y el orden en la colonia de Fuente Palmera.
Recuerdo las palabras del capintan Tamayo a la entrada en una tanqueta con sus troneras (procedente de Ecija); al encontrarse frente al Chimeno montado en su caballo a tiro limpio a la tanqueta. El capitan Tamayo dijo que de cogerlo prisionero lo tendría en su regimiento al mando de un escuadrón.
Recuerdo cuando unos desampresivos querían asaltar el comercio de D. Luis Herrera. Mi madre como Alcalde se lo comunicó al Chimeno y éste de inmediato se trasladó al pueblo y pistola en mano detras del mostrador les dijo a estos elementos: "el que quiera que intente saquear los comercios de la colonia".
Otro recuerdo del Chimeno fue en la plaza de Fuente Palmera en el tiempo que las cigüeñas regresan a sus nidos y suelen pelerse. Alguien le dijo al Chimenos la cigüeña que se destacaba en las peleas. El Chimeno con su pistola del nueve largo de un tiro terminó con la cigüeña. Esto demostró el gran tirador que era José Bonete Aguayo.
Recuerdo que el día que sacaron los santos para quemarlos, se lo cumunicaron a mi padre e intentó localizar al Chimeno y éste aquel día salió con su caballería para Almodovar del Río.
La guardia civil y sus agregados se encerraron en el castillo. Cuando llegó el Chimeno con su tropa y entraron en el castillo no encontraron a ninguno, se fugaron por un tunel que salía al Guadalquivir.
Recuerdo que ese día de la quema de los santos me dijo: "Juanito mira si me puedes traer el Kaly". Yo fui a cojerlo y me dijo uno que encendía el fuego: "Si coges el kaly te doy un tiro que ardes más que un saco tornas, a mis 10 años". Mi padre fue el primero en lamentar la quema de los santos. Hoy pasados 75 años de aquellos días primeros de la guerra, mi mente sigue viviendo los acontecimientos como si fueran recientes.
Recuerdo que la guardia civil era de caballería y tenían cuatro caballos. Mi padre en una entrevista con D. Manuel Martínez Lora le pidió si podia suministrarle la paja y el pienso a los caballos del cuartel, cosa que dijo que si lo hacía desinteresadamente.
Mi padre le destinó a la caballería del Chimeno el Bramadero como destacamento. Cuando D. Manuel regresó a su finca el Bramadero, se lo encontró todo en su sitio, el ganado y hasta las gallinas. Esto hizo que D. Manuel acudiera al llamamiento de mi padre por las mentiras que firmó.
Segun me contó mi padre se presentó un cabo primero de la guardia civil de Córdoba y en uno de los cuartos de la cárcel improvisada en la calle Portales. Sacó el cabo de la maleta unos grilletes, fustas de goma y otras herramientas de tortura. Ahora le da que lea el atestado falso que el brigada le manda y al mismo tiempo el cabo le da un pitillo como tiempo para pensarlo. Mi padre lo firmó para seguir vivo. En aquellos momentos mi padre le escribe una carta a D. Manuel Martínez Lora en la que le infoma de las mentiras que ha firmado. Dos días más tarde mi padre es trasladado a Córdoba donde se pone en marcha el Consejo de Guerra. Recuerdo que fueron testigos de los que se acuartelaron con el brigada; pero también personas de orden de la Colonia. El brigada fue distituido de empleo y sueldo. Es acusado de cobarde, tener las escopetas en el cuartel y dar lugar a que lo tomen.
Seguiré con mis recuerdos como niño de la guerra sin sensura.
Un abrazo para cuantos niños sobre viven de la quinta el 47
domingo, 21 de agosto de 2011 a las 11:11
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JUAN DIAZ BALMONT
Mis vivencias como niño de la guerra tengo suficiente memoria para que no pueden quedar censuradas mientras Dios me de vida. Hoy quiero recordar aquel gran hobre llamado José Bernete Aguyo(Chimeno). En mis recuerdos queda el día que se presentó en la puerta de mi padre con su tropa a pie en cuatro filas de unos 10 a 15 hombres cada fila. La tropa en ropa de paisano aunque con sus armas, eran escopetas de un cañón y de dos; los que tenían escopetas de un cañón tenían dos cruzadas, sus cartucheras, algún que otro con correaje amarillo, algun sable y otros las pirulas de las camas que hacian de bomba de mano con su mecha preparada. Recuerdo que mi padre, junto al Chimeno y la tropa se dirigieron al Ayuntamiento donde esperaba reunido el Comite. En esta reunión acordaron que el Chimeno se acercara al cuartel de la Gurdia Civil y le dijera al brigada que si no abría las puertas para las doce de la noche se tomaría el cuartel.
A esto se llegó cuando le dijeron a mi padre que adictos a tomar el pueblo se estaban acuartelando. Recuerdo que aquella noche, debajo de la cama se sentían disparos de todos los calibres que se quedaron en silencio a las 7 de la mañana, que se abrieron las puertas del cuartel.
Recuerdo que fue herido el hijo del brigada y dos guardias enfermos fueron trasladados al hospital de Palma del Río.
En esas fechas se presentó un avión procedente de Sevilla y dio tres pases por el cielo de Fuente Palmera, y haber localizado mi padre en su huerto, a la salida para Palma del Río, le lanzó una bomba y fue herido en la cabeza. Este avión salió rumbo a Palma del Río; donde lanzó más de una bomba en la cola del Comité de Abastecimiento, donde se encontraban personas mayores, mujeres y niños esperando las raciones de los alimentos.
Lo que no sé son los que murieron. Lo que si sé es que un pueblo enloquecido asaltó la cárcel donde se encontraban los dos guardias y el hijo del brigada y fueron fusilados.
Si me permien seguir escribiendo hechos vividos por mi, que hoy se encuentran censurados, hablaré del Chimeno, al que conocí personalmente y de su labor en defensa de la República y del orden en la Colonia.
sábado, 20 de agosto de 2011 a las 9:14
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Juan Diaz Balmont
La verdad es que vivo en un mal de confusiones a la hora de hacer mis comentarios, en la que no se cuide la gramática o la ortografía.
Yo intento seguir mi tradición como niño de la guerra co 10 años y ser hijo de Francisco Díaz Fernández: alcalde de la Colonia de Fuente palmera, desde 1931 al 36 que la Colonia es separada de la democracia y entrar en una dictadura franquista, en la que yo puedo escribir estas líneas gracias a D. Ernesto Villamor, practicante de la Colonia de Fuente Palmera y de mi refugio en Oschavillos del Río en casa de un familiar de mi abuela Laureana Bernal Mengual, conocido por: EL EMPINADO.
Tras salir al año de mi refugio, D. Ernesto llama a mi abuela y le dice que ha pasado el peligro y regrese al pueblo alistándome al catecismo y de flecha. Mi abuela hace de madre y de padre desde que llegué a este mundo; mi madre muere a los 26 años y mi padre se encuentra en la zona Republicana hasta que termina la guerra y pasa a ser condenado a muerte, por defender la democracia República: proteger la Colonia mandando al brigada de la Guardia civil recoger todas las armas de fuego de derechas y de izquierdas y quemarlas. Así lo hizo, quedándose con las buenas en el cuartel y quemar las antiguas. Gracias a D. Manuel Martínez Lora que pudo leer la carta de mi padre en la que el brigada hacía un atestado falso con mentiras y haciendo responsable a mi padre del rearme de la caballería del Chimeno y la quema de la Iglesia. D. Manuel, de inmediato se puso el consejo de guerra y mi padre solo cumplió tres años de cárcel por defender la República democráticamente.
Yo, su hijo Juan de 10 años, sufro las represalias franquistas hasta que cumplo los 30 años que dejaron de pedir mi informe en el que decía: Juan Díaz Balmont, hijo de padre no adicto al régimen franquista.
Quiero dejar muy claro con este mi comentario, el día que le pregunte a mi abuela con 10 años: quién son los rojos y cuales los fascista y me contestó -Los rojos son los pobres y los fascistas los ricos. Son palabras de una hija de los primeros pobladores alemanes de la Colonia nacida en el molino de Santa Magdalena, propiedad de sus padres y que nunca piso una escuela.
Yo regresé de mi refugio a los 11 años y pasando dos horas por la mañana aprendiendo el catecismo y otras dos horas por la tarde con los flechas, sin más escuela. Pidieron niños para el seminario de Sevilla y estudiar para cura. Yo le dije a mi abuela que quería ser cura, estaba integrado en la religión. Mi abuela habla con el cura párroco D. Laureano y le dijo que yo no podía ser cura por ser hijo de padre no adicto al régimen.
Fueron muchas penas, hambre y miseria de un niño de la guerra y que hoy a mis 85 años me sigan censurando mis vivencias.
Hoy quiero recordar con un abrazo a mis quintos de la Colonia del 47. Siempre queda en mi memoria el día que alistan esta quinta del 47. Al preguntarle que tenía que alegar a un compañero de Silillos y este dijo que no dormía de noche. Qué enfermedad tienes?. Éste dijo que no duermo de noche porque guardo los mulos de Curro la Concha.
Espero que mis comentarios, aunque tenga alguna falta, son muchos los méritos de un superviviente de la guerra.
Un abrazo a mis hermanos colonos y agregados.
Juan Díaz
domingo, 14 de agosto de 2011 a las 12:40
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JUAN DIAZ BALMONT
Unas líneas dedicadas a mis hermanos jubilados de la Colonia de Fuente Palmera. (con la esperiencia de 85 años):
Cuando me jubilaron yo no renuncié a ningun familiar, pero si considero que los hijos, las nueras y nietos no deben de estar siempre al alcance de la mano a todas horas. Ellos tienen su vida y se consideran libres de hacer y disponer lo que quieran en su casa. Los padres nos consideramos libres, se ha hecho cuanto ha estado en nuestra mano para dejarlos lo mejor que se ha podido situados. A hora nos toca a nosotros terminar estos finales años de la vida en un estado con las menos tensiones familiares posibles -queramos reconocer o no, la vida moderna nos hace no caer en tentaciones que podían ser nuestro último infierno-. Yo entré en mi jubiación anticipada a los 62 años distanciado de los hijos de 1.000 kilómetros que separa Murcia de Euskadi. A partir de mi jubilación me encuentro con mi esposa solos en Santiago de la Ribera y lo que noto que cada día estamos más unidos en todo; digamos que nos sentimos muy felices con la comunicación telefónica con los hijos. Tenemos horas para repasar el pasado e intentar quedarte con lo positivo y borrar lo negativo. Ahora tengo nuevas ideas, pensando que con lo que te queda de paga no puedes cubrir los sueños. Yo dispongo de mis aparatos de topografia, pero en esta zona queda muy poco de nivelar las tierras de secano para el regadio. Murcia hace 200 años que se implantó el regadio.
En mi caso elijo esta zona por las dolencias de mi esposa con los lodos del Mar Menor, donde encontramos familias de las regiones de España que de la propia Europa. Pero no todos tenemos los lodos cerca de casa. Ante este problema en personas mayores. Me surje la idea de aprender a soldar con la eléctrica y autógena y hacer medios de locomoción económicos para mayores y minusválidos. Puestas en marcha mis ideas, presente fotografias de distintos modelos en mi HISTORIA CONTADA POR JUAN DIAZ BALMONT. Ahora con mis sueños cumplidos tengo un gran éxito en mi economía. Lo primero de mis sueños es en mi jardín de de 150 metros cuadrados transformarlo en un patio cordobés con pozo y fuente árabe, asi con mucha macetas y flores andaluzas. Todo esto sin dejar de estudiar solfeo y comprarme un gran órgano con todos los elementos que formo yo solo una orqueta, la dedicó a tocar para la Cruz Roja, Cáritas y centros de de minusválidos. Me siento un jubilado muy feliz en esta zona del Mar Menor y al mismo tiempo apreciado por la comunidad.
Paso 10 años cuidando a mi esposa en una silla de ruedas, los mismos que dedique a escribir mis vivencias. Primero en el periodico "EL COLONIAL" y segundo pueden verlo en MI HISTORIA CONTADA POR JUAN DIAZ BALMONT.
Hoy me siento feliz dedicándole a mis hermanos jubilados de la Colonia, como pensar en los sueños de nuestro pasado y conseguirlos, nadie es más que nadie si pensamos consiguir lo que nos proponemos.
Un abrazo de este colono para mis hermanos jubilados.
jueves, 21 de julio de 2011 a las 17:53
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